Urgen ratificar histórico compromiso para proteger una tercera parte del planeta
En un denodado esfuerzo por salvar los mares de la sobrepesca, la basura y el calentamiento global, la organización ambientalista Greenpeace recorre el mundo en un barco promoviendo el acuerdo 30 x 30. En dicho compromiso, firmado el año pasado por más de 180 países, se comprometen a proteger una tercera parte de la biodiversidad marina y terrestre para el año 2030. A bordo del barco de Green Peace, Alejandro Maciel platicó con tres ambientalistas testigos del deterioro ambiental, provocado en gran medida por la industria de los hidrocarburos, y presenta aquí su reporte desde el Puerto de Long Beach, California.
El barco Artic Sunrise de Greenpeace hizo una escala en el puerto de Long Beach. Lleva meses promoviendo por el mundo el Tratado 30×30, considerado el acuerdo internacional de protección del mar más importante de la historia.
La contaminación de los mares y océanos es impactante, dice la fotógrafa submarina María Luisa Gutiérrez, quien ha documentado el deterioro del lecho marino en Baja California, México.
“Hay de todo: botellas, pañales, toallas sanitarias, cubrebocas, llantas y montones de redes de pesca que se quedan ahí”.
Sol Vargas es una marinera argentina que durante 10 años ha navegado por todo el mundo en buques de Greenpeace. Hace tres años, cuando estaba en la Antártida, fue testigo de un escalofriante momento histórico.
“En enero o febrero del 2020 fue el pico máximo de temperatura en la Antártida. Estábamos ahí, haciendo investigación con científicos a bordo, y fue un día histórico porque habían registrado 18.3° centígrados, algo que jamás en la vida se había registrado en la Antártida”.
Este aumento de la temperatura, –de dos grados en una región como los polos– es aterrador, afirma Pilar Marcos, una bióloga marina con más de siete años participando con Greenpeace.
“El cambio climático, sin duda, es la forma más real para cualquier persona como yo, bióloga marina. Hemos pasado a tener temperaturas del Caribe en muchas partes que antes eran impensables alrededor del mundo”.
La ambientalista destaca que además del calentamiento global, que genera los cada vez más frecuentes y destructivos huracanes, la sobrepesca y la minería en aguas profundas están devastando los océanos, de los que dependen para su alimentación millones de personas.
“No sólo es perder ballenas, es perder también nuestra fuente de alimento. El 44% de la población vive en la costa”.
Pero el problema más grave, dice, es que más allá de las 200 millas de aguas territoriales de los países, en aguas internacionales no hay regulaciones, ni vigilancia.
“No podemos dejar que la alta mar sea el Wild West”.
Para evitar un mayor deterioro, el tratado busca proteger 11 millones de kilómetros cuadrados de océanos cada año hasta el 2030, pero para ello se requiere que más de 60 países ratifiquen el acuerdo en la Convención Oceánica de la ONU que se llevará a cabo en el 2025, y eso podría ser la parte más difícil porque muchos de los gobiernos protegen los intereses comerciales e industriales, siendo los principales responsables del deterioro de los océanos.
El tratado busca crear santuarios en zonas de alta diversidad para restaurar la vida marina, dice la bióloga Pilar Marcos.
“Está demostrado que si tú controlas las actividades humanas, llega un momento en que la biomasa, la cantidad de peces, están sanos, saludables, y se empieza lo que se llama el ‘spillover effect’ porque las tasas de reproducción son elevadas”.
Pero para que todos estos planes se pongan en marcha, primero hay que desmentir a los que aseguran que el cambio climático es una invención de científicos liberales.
“Cualquier político que no lo entienda y niegue el cambio climático –y pasa en todos los rincones del mundo– es muy fácil, porque significa que puedes hacer el ‘business as usual’, puedes seguir con tu negocios”.
Mientras tanto, Greenpeace continúa surcando los mares en una intensa labor de investigación y activismo en favor del tratado 30×30, alzando la voz para sumar a más gobiernos y ciudadanos a la protección de los mares y océanos amenazados por los grandes depredadores del medio ambiente que ponen en peligro la sobrevivencia del planeta, concluye la oceanógrafa Pilar Marcos.
“Por supuesto, el gran poder lo tienen los políticos, y esos políticos son los que tienen que llamar urgentemente a las grandes compañías para un cambio de modelo. Y el cambio de modelo pasa por dejar de quemar combustibles fósiles”.
Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino, desde Long Beach, California, Alejandro Maciel.
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