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Transmitiendo cultura nativa en la frontera de México y EEUU

Por Radio Bilingue
Publicado 20 mayo, 2016

Víbora de Piedra, lugar emblemático en San José de la Zorra y uno de los símbolos principales de los Kumiai. Foto: Rubén Tapia.



Sonido de niños jugando, sigue de fondo…

Niños a punto de iniciar el partido de Piak, en San José la Zorra. Foto: Rubén Tapia.

En un lote baldío un grupo de niños Kumiai y algunos amigos mestizos juegan Piak, un juego muy parecido al hockey. Dos jugadores luchan por desenterrar una pelota de madera colocada en medio de la cancha, usando un bastón de madera. El que lo logra la combina a sus compañeros y golpean, jalan y pasan con el bastón la pelota. Se lleva un punto, como si fuera un gol, cuando la pelota cruza los límites de una meta. El árbitro es Joel Valencia, el maestro de la única escuela primaria aquí.

“Es un juego de hace muchos años, miles de años, nuestros antepasados lo jugaban. A mí me lo enseñó un tío, nadie lo jugaba ya”, dice Valencia.

Hace ocho años, Valencia lo empezó a practicar con sus jóvenes alumnos y les gustó mucho.

Maestro Joel Valencia y Gregorio Montes (primer plano), autoridad local, afinando preparativos para la celebración. Foto: Rubén Tapia.

“Hicimos un torneo en Santa Catarina y empezamos a jugar. Ya de hecho cada año hacemos un torneo de todas las comunidades para jugar piak. Hay ocho comunidades, pero cinco son las que juegan”

Los niños ganadores del juego de esta tarde en San Jose de la Zorra quedaron muy contentos.

¿Cuántos puntos hiciste?

“¡Tres, solo yo, tres!”

¿Dónde naciste?

“Mi mama es de aquí y mi papá de La Huerta, Jalisco”, dijo el niño.

“¡Ya estamos empezando María!”, grita una niña.

Están en una mesa de madera, donde un grupo de cuatro niñas juega otro juego ancestral de los indígenas kumiai.

¿Cómo él llama el juego?

Niñas as en coro:

¡Cañuelas!

Niñas Kumiai se preparan para jugar “Cañuleas” sobre una mesa de madera. Foto: Rubén Tapia.

Una niña kumiai toma en sus manos cuatro palos de sauce y los arroja sobre la mesa. Según como caigan los palos, las jugadoras ganan otros palitos más delgados que, como si fuera dinero, sostienen en sus manos.

Además de enseñar estos juegos, el maestro Valencia también ha incorporado en el salón de clase la enseñanza del idioma kumiai, que proviene de las lenguas yumanas y significa ‘Los de los altos’. Esta lengua se considera en peligro de extinción. De los 3 mil habitantes de este territorio indígena, sólo la hablan unas 150 personas.

“Del cerro este a aquel lado nací yo y mi mamá nació en el pirulí aquel, y mi a ‘pa allá en Katarina, él era Pai Pai”, dice María Eva Carrillo Vega.

Asistentes a celebración de San José de la Zorra, degustan la birria y tacos de mostaza. Foto: Rubén Tapia.

María Eva Carrillo Vega, de 58 años, es una de los pocos habitantes de San José de la Zorra que habla su lengua. La comparte en la escuela con los niños y adolescentes de su comunidad. En algunas lecciones les enseña las partes del cuerpo, las tareas cotidianas, o frases como, ‘No seas flojo’, o ‘Vete a cortar leña’, y cosas espirituales.

“Antes de acostarnos, le pedimos a Dios que todo nos vaya bien al otro día…”, dice.

A los niños kumiai desde pequeños les inculcan sus danzas, música y cantos ancestrales, pero en la celebración de San José de la Zorra este año no lo hicieron. Estaban de luto por el reciente fallecimiento de varios ancianos.

Una de las pioneras en la defensa y difusión de la lengua y cultura kumiai dentro y fuera de su comunidad era Gloria Castañeda Silva, fallecida el 2008. Poco antes de fallecer le publicaron un libro honrando su trabajo: “Pueblos Indígenas en Riesgo”. En la música kumiai, los cantantes bailan y se acompaña de una sonaja o jalma, como único instrumento musical.

Vista panorámica de San José de la Zorra desde la loma donde está la ‘víbora de piedra’. Foto: Rubén Tapia.

La pérdida de la lengua tiene largos años, y ha sido acompañada de un constante despojo de tierras y falta de oportunidades económicas. Pero los esfuerzos por inculcar la lengua y la cultura a las nuevas generaciones le dan esperanza al profesor Joel Valencia:

“Yo sí le veo un futuro, porque mucha gente ya se está uniendo más, se está organizando más”

Una de las muestras de esta resistencia la manifiestan los jóvenes kumiai, como Jorge Alberto Silva, de 22 años y próximo a ser padre de su primer hijo.

“Yo me siento orgulloso, porque al menos mi sangre o mi etnia tiene historia; sé de dónde vengo”, afirma Jorge Alberto Silva.

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