Saber ancestral indígena, agricultura contra el cambio climático
Campesinos mexicanos y centroamericanos que trabajan en campos agrícolas de Yakima, Washington, son unos de los que serían deportados. Foto: https://yakimadiocese.org
Dice un dicho popular que “no hay mal que por bien no venga” y esto podría aplicarse a la historia de Allensworth, un poblado del valle central de California cercano al Lago Tulare y habitado por “una comunidad que enfrenta el impacto de la contaminación del aire, el agua y el suelo con consecuencias dañinas para la agricultura, que ahí es extractiva de monocultivo”, dice Línea Abierta.
En esta edición especial a propósito del Día de los Pueblos Indígenas y como parte también de nuestra serie, Cuando se Seca el Arrollo, apoyada parcialmente por la Walton Family Foundation, se señala como ejemplar el trabajo organizado de la comunidad de Allensworth, que habiendo sido esclavizada por tanto tiempo echaría a andar un plan para revertir el impacto de la contaminación y del cambio climático y “… convertirse en un centro de agricultura regenerativa”.
Ahora Allensworth es mayormente negro y latino, y ambas comunidades “están luchando por apoyo para zonas de revitalización, acceso a la tierra a pequeños agricultores, zonas libres de pesticidas alrededor de las comunidades e incentivos para que pequeños agricultores transiten hacia una agricultura climáticamente inteligentes”.
–¿Cómo pudiera beneficiarse Estados Unidos de este saber ancestral que traen los trabajadores agrícolas inmigrantes? -pregunta Samuel Orozco, director de Noticias de Radio Bilingüe.
La Dra. Bunnie Bade, invitada de este programa de Línea Abierta y fundadora del Departamento de Antropología de la Universidad Estatal de California en San Marcos, platicó con Orozco sobre el contenido del estudio titulado, “Expertos en sus campos”, del que es autora.
Ella trabaja con una amplia colaborativa del valle central formada de organizaciones mayormente indígenas, como el Centro Binacional Indígena de Oaxaca, en Fresno, o la Coalición para el Cuidado de los Trabajadores del Campo, entre muchas otras.
“Para tener su perspectiva y su voz ahí mismo en la mesa al empezar este estudio”.
–¿Qué fue lo que motivó su atención para querer saber más del trasfondo de esta sabiduría indígenas de los trabajadores migrantes agrícolas?
Dice que su capacidad de organización reflejada en la diligente cooperación para sobreponerse rápidamente a un malestar colectivo sin esperar a que el gobierno resuelva el problema.
“Durante el covid estuvimos muy preocupados de los destinos de los campesinos en el valle, en Oregon y en Washington… muy preocupados en saber si podrían observar el protocolo, guardar la distancia en el trabajo, en la industria agrícola… qué problemas enfrentaron y cómo resolvieron esos problemas”.
Y sostiene que todo fue posible gracias al grado de organización que traen consigo estos trabajadores indígenas.
Escucha:
Orozco pregunta de qué forma es tomada en cuenta esa aportación de los trabajadores migrantes procedentes de regiones indígenas mexicanas cuando llegan a poner su mano de obra en los campos agrícolas de Estados Unidos. De qué forma es reconocida, escuchada, en el ánimo de mejorar las cosas.
El Dr. Gaspar Rivera Salgado, director de Proyectos del Centro Laboral de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), y del Centro de Estudios Mexicanos, de la misma universidad, dijo a Línea Abierta que en el fondo no se le reconocía a los trabajadores agrícolas indígenas mexicanos esa sabiduría que traen cuando llegan a los campos agrícolas de California, y hasta se les subvalora.
“Y yo creo que lo otro que se pierde, en relación a los migrantes indígenas, es que estos oaxaqueños, estos mixtecos, estos zapotecos, estos triquis, estos mayas que están trabajando en los campos agrícolas de California proceden de ese lugar que le llamamos Mesoamérica, que fue donde se domesticó el maíz”.
Hay una percepción que subestima a los trabajadores migrantes mexicanos en la agricultura moderna de California, una industria valorada en 50 billones de dólares, “pero que depende completamente de mano de obra barata importada de México, y cada vez más, un 30 por ciento esa población, son trabajadores de origen agrícola, dice Gaspar Rivera.
Agrega que durante la pandemia de covid se les denominó oficialmente “trabajadores esenciales”. O sea, “todo mundo que no fuera trabajador esencial podía irse a trabajar desde su casa. Pero había personas que eran muy importantes para la economía, que no se podían quedar en casa, sino que tenían que salir, en medio de la pandemia… no había mascarillas para ellos, ¡no había un protocolo!, información y transparencia para que otras personas, en los campos, por ejemplo, no enfermaran… sin su trabajo i el país ni nosotros nos íbamos a sostener”.
Escucha: