Red de terapeutas ayuda a migrantes y activistas con problemas de salud mental
En su natal México, cuando Sandra tenía 14 años cayó en una profunda depresión que fue notada por uno de sus maestros.
“Fue la primera vez que me tocó ir a terapia con una psicóloga de la escuela…Yo fui abusada sexualmente cuando era niña. A los 8 años, y el abuso duró por varios años. Entonces eso es algo que arrastras toda tu vida. No se va”, dijo.
Ya viviendo en Carolina del Norte y al inicio de la pandemia, Sandra, de 40 años, perdió su trabajo en un restaurante. El estrés comenzó a envolverla y se enojaba fácilmente con sus hijos. Además de la angustia de ser indocumentada.
“Si voy a la tienda y nos para la policía, me deportan. Y yo sin trabajar… El estrés se volvió insoportable”
Sin seguro médico ni dinero para consultar un psicólogo particular, Sandra buscó ayuda en una clínica económica a una hora de su casa donde hablan español. Pero por la distancia se le complicó ir, y pese a que hablan español, al ser anglosajones, la cultura es diferente.
“Yo no le puedo decir: Me siento preocupada porque ellos lo van a tomar como ansiedad. Y en realidad la palabra preocupación para nosotros es otra cosa”
Muy pocos latinos y menos los inmigrantes indocumentados atienden sus problemas de salud mental debido a tabús y falta de acceso. Según datos recientes del gobierno federal, antes de la pandemia 9 de cada 10 latinos con enfermedades de salud mental o problemas de abuso de drogas no recibieron tratamiento.
Sandra encontró solidaridad sumándose a Siembra, una organización pro inmigrante en Carolina del Norte. Una de sus organizadoras, Laura Garduño notó al inicio de la pandemia miedo y ansiedad en algunos de sus miembros, como Sandra.
“Nuestra gente está pasando por un momento no nada más de enfrentar personalmente las implicaciones del virus, pero además están absorbiendo esta energía, estas preocupaciones, estas angustias de las demás personas en la comunidad”
Al principio Siembra los ayudó con el pago de la renta y otros apoyos económicos, y les enseñó cómo comunicarse por videoconferencia.
Se oye sonido ambiente de una explicación en Internet que usa siembra para educar con Zoom.
Utilizando esa plataforma los miembros de Siembra recibieron el apoyo de la Red de Consejer@s Latinx en Acción en Phoenix, Arizona. Una red de terapeutas en distintas partes del país que ofrece servicios a bajo costo y conectados con la justicia social. Hace dos años la fundó Francisca Porchas.
“El sanar es un acto político”, afirma.
A diferencia de los psicólogos privados, los consejeros de esta red son de las mismas comunidades y comprenden cómo las duras políticas antinmigrantes especialmente en los últimos dos gobiernos federales han afectado a los migrantes.
“Han sido leyes que han tratado de obligar a la gente a que se deporte o que se entregue y desanime de vivir en este país. Pero también es una manera de oprimir, y distribuir el trauma… crear en la gente falta de esperanza, falta de resiliencia”, señala Porchas.
Y esto lo constató personalmente cuando ayudaba a liberar migrantes detenidos por ICE.
“Mucha ansiedad, mucho temor. Entre la gente que yo acompañaba a los centros de detenciones a visitar a sus seres queridos o aquellas personas que estaban ellos mismos peleando para no ser deportados”
Antes de la pandemia, Porchas vio la necesidad de apoyar emocionalmente a los activistas. Cuando empezó la pandemia organizaron talleres sobre el duelo, la ansiedad y el trauma intergeneracional, mediante Facebook y Youtube.
Se oye en el sonido ambiente, Les voy a explicar lo que es la ansiedad…
También realizaron talleres para inmigrantes activistas en Siembra, facilitados por la terapeuta Lu Rocha, en Chicago.
Se escucha, Breath… sonido de meditación en inglés…
Rocha les enseña técnicas de meditación y ejercicios de respiración para que reduzcan sus niveles de ansiedad.
“Cuando entramos a un estado de miedo pasan varias cosas complicadas en el cuerpo… Si uno está en ese estado constantemente hay complicaciones, hay enfermedades como la diabetes, enfermedad del corazón…”, dice Rocha.
Afirma Rocha que se pueden sanar apoyándose en sus valores y creencias.
“¿Crees en Dios? ¿Crees en hablar con los antepasados? ¿Crees en santería? ¿En qué crees?”
Con esa información Rocha integra sus técnicas de relajación.
“Ahorita acabo de hablar con una personas, una clienta que dice que ella está aprendiendo cómo rezar el Rosario. Ok, entonces cuando está rezando el rosario, vamos a practicar, a respirar. Entendiendo que también estás haciendo un cambio en el cerebro, en tu sistema nervioso y también tú tienes el poder de sanarte”
Reconectarse con sus raíces y sus antepasados como lo sugirió Rocha le trajo mucho alivio a Sandra. De tanto en tanto, prepara un té de anís como lo hacía su abuela y se reconecta con ella y su madre quien murió trágicamente.
“Con ese tecito puedo mantener largas conversaciones, aunque ya no están. Mentalmente para mí, ellas nunca se van a ir por siempre. Ellas son mi alivio, mi conexión, mi paz. Para la comunidad blanca eso no existe, pero para nosotros sí. Nuestros muertos están ahí. Lo que traemos es nuestro alivio, nuestro confort”.
Aunque Sandra todavía tiene momentos en que la depresión la agobia, no pierde la fe en ella misma y en su comunidad.
“Pues el pueblo salva al pueblo. Nosotros mismos nos estamos salvando”
Con esa filosofía Francisca Porchas sigue construyendo esta novedosa red de apoyo a la salud mental de migrantes y activistas que ya tiene 84 consejeros en 20 estados del país.
“Sabemos que nuestra batalla es política y que esta misma batalla política necesita también ser una batalla espiritual, emocional y física, ¿no? Psicosomática. Los profesionales de salud mental pueden jugar un papel importante y pueden politizar su práctica más”
Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino desde Phoenix, Arizona, Valeria Fernández.
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