Pocos migrantes que sufren trauma por separación familiar son atendidos
María Gahona cuenta cómo a su familia aun le duele la deportación de su esposo, hace diez años, después de una infracción de tránsito:
“Desde entonces yo he visto que mi familia decaímos todos”
María tiene 58 años, nació en Michoacán, México, y hace más de 3 décadas llegó con su esposo y un bebé a Pomona, California, ciudad a 30 millas al este de Los Ángeles. Durante las siguientes dos décadas vivieron dedicados a su familia, que creció con dos nuevos hijos nacidos aquí.
“Los primeros años pues estuvimos bien, vivía tranquila, siempre tuvimos a nuestros hijos en equipos de fútbol para que ellos llevaran un camino más recto”
La deportación de su esposo los afectó mucho, pero más a su segundo hijo, entonces 18
años.
“Le dieron 3 strokes, tiene lupus y no sé cómo sobrellevar esto”
Su esposo intentó regresar pero lo detuvieron. Por reincidencia estuvo preso 18 meses y ahora vive en Tijuana, donde le hicieron una cirugía de corazón abierto, por la angustia de no poder estar con su familia. Aunque ambos se comunican diariamente por teléfono, María ha platicado muy poco con sus hijos sobre la separación familiar.
“Pues nunca expresaron lo que ellos sentían”
Hasta hoy su terapia ha sido el trabajo. Es empleada de una fábrica y los fines de semana vende comida.
“Siempre estoy pidiéndole a Dios fuerzas y tratar de estar siempre ocupada mi mente. Trato de trabajar lo más que puedo”
También su hija Samantha Salvador, de 19 años, quien estudia segundo grado del colegio, se involucró con pasión en el activismo.
“Si hay enojo, porque siente uno como que por qué quieren hacer el gobierno cuando nos puede afectar a muchas de nuestras familias”
Samantha es una de las fundadoras de Pomona Student Union, formada por hijos de inmigrantes; muchos ya estudian en prestigiosas universidades. En reciente evento invitaron a la Dra. Vilma Reyes, una especialista en salud mental de la Universidad de California en San Francisco.
“El nivel de miedo tóxico que nuestros niños y jóvenes presencian día a día está tan alto… Muchas veces las familias dicen que lo más duro fue el llegar, que el camino o lo que dejaron”
La doctora Reyes, que tiene 13 años trabajando con familias migrantes de México y Centroamérica, reconoce que hay muchos mitos que les impiden buscar la ayuda psicológica que mucho necesitan.
“Y que tener dificultades emocionalmente o en comportamiento es una debilidad. Y de que hay que echarle ganas y no mirar atrás, sólo mirar adelante. Que son creencias y valores importantes y que han ayudado a la gente a sobrevivir pero vienen a un costo”
Y este costo lo pagan con serios problemas de salud mental especialmente cuando sus hijos llegan a la adolescencia. Pero sí hay ayuda en todo el país sin importar la situación migratoria, dice la trabajadora social Susana Montes.
“El servicio siempre va a estar disponible. Y no tenemos contacto con las persona migratorias si viene y preguntan: toda la información de nuestros clientes es confidencial”
Sobre eso no le quedaron dudas a María Gahona.
“Pues sí, buscar ayuda psicológica para todos porque a todos nos afecta”
Mientras que para su hija Samanta, quien representó a su organización durante la presentación de la Dra. Reyes.
Sonido del evento…
Parte de su terapia es ayudar a su comunidad.
“Tengo esperanza de poder hacer a la gente pensar más bien en cómo puede hacer a este gobierno cambiar y hacer nuestra vidas mejor”■
Escuche la Edición Semanaria Completa: