Pena máxima a paramilitares guatemaltecos por abusar a indígenas mayas durante guerra civil
Sentadas en la sala del Tribunal de Mayor Riesgo, un grupo de mujeres de la etnia maya achi, de sesenta y setenta años y vestidas con el traje tradicional de su región en Rabinal, escuchan con atención lo que está a punto de leer el juez Herbie Sical.
“Creemos firmemente en los testimonios de las mujeres que fueron violadas sexualmente en Xocop…”
Algunas se secan las lágrimas al escuchar una sentencia que han esperado durante casi cuarenta años.
“Treinta años de prisión… por el ilícito de delitos contra los deberes de humanidad”
Los cinco acusados recibieron la pena máxima: treinta años cada uno. Ellos son también indígenas de la misma comunidad maya. Durante los años de la guerra civil fueron reclutados por el ejército guatemalteco para integrar las llamadas “patrullas de autodefensa civil” que supuestamente protegerían a sus comunidades de las guerrillas. Sin embargo sembraron terror y violencia en su misma comunidad,
“Para las mujeres de Guatemala, para las mujeres indígenas es un caso muy significativo…”
María Aguilar es una historiadora maya quiché y maestra en la universidad de Yale:
“Porque expone la manera en la que los patrulleros y el ejército utilizaron la violencia sexual y la esclavitud domésticas para no sólo dominar a las mujeres cuyos esposos ya habían sido asesinados o desaparecidos sino también para forzarlas a servirlos, pero sobre todo para romper el tejido social de estas comunidades”
Una de las mujeres maya achi, Pedrina López de Paz, era una niña de doce años cuando fue violada en Rabinal.
“Aguantamos dolor, tristezas…”
Dice que ella y las otras mujeres que sufrieron estas indignidades y tantas otras pérdidas están satisfechas con la sentencia.
”Estoy contenta porque ya nos dieron valor de nuestro testimonio hoy… lo que pido yo ahorita es que no vuelva repetir lo que pasamos nosotras… Ya no queremos venganza…decimos la verdad…”
Su victoria, sin embargo, es agridulce. Varias de las demandantes originales han muerto. Además, todavía falta decidir las reparaciones qué les deberá pagar el gobierno guatemalteco. Para la profesora y experta en el sistema judicial de Guatemala, Jo Marie Burt, de la Oficina en Washington sobre Latinoamérica, la sentencia condenatoria es muy importante.
“Que este juicio, ese proceso ha podido avanzar y llegar aquí… y que las mujeres hayan podido testificar, contar qué les paso, entonces para mí eso es como una luz en un tiempo muy oscuro aquí en Guatemala”
Pero dice que esta decisión es hasta más significativa, por el momento crítico que atraviesa el sistema de justicia de este país.
“Malos actores aquí en Guatemala están buscando cooptar el sistema de justicia, incluyendo el Ministerio Público para fortalecer la impunidad para crímenes del pasado y el presente”
A pesar de eso la investigadora Burt y las abogadas de las mujeres coinciden en que el veredicto de culpabilidad envía un mensaje a todos los guatemaltecos, que cuando hay jueces y fiscales imparciales la justicia si puede funcionar, incluso para los más marginados de la sociedad guatemalteca, las mujeres indígenas, aunque hayan pasado cuarenta años.
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