No cuidamos a quien nos da de comer
De la redacción
Hay que repetirle al gobierno federal y a los empleadores inescrupulosos, que no sólo explotan económicamente a los migrantes trabajadores agrícolas sino que además, en una clara muestra de desdén los exponen a la muerte; por eso hay que remachar, para que respeten la humanidad de estos trabajadores y aseguren la salud pública, atendiendo las urgentes recomendaciones de la comuidd científica.
Tomemos por ejemplo a California, donde se produce casi la mitad de los alimentos frescos que se sirven en la mesa de los estadunidenses, y donde a pesar de las estrictas y responsables medidas de seguridad del gobierno estatal todos los días miles de trabajadores agrícolas se amontonan todavía en furgonetas y autobuses para ser conducidos a los campos y huertos, nos informa en un comunicado la Unión de Trabajadores Agrícolas, UFW.
De acuerdo con el Departamento de Alimentos y Agricultura de California, la abundancia agrícola de ese estado incluye más de 400 productos o más de un tercio de las verduras y dos tercios de las frutas y nueces en el país, por citar a algunos de los productos. Es el principal estado en cuanto a ingresos de granjas en efectivo, seguido por Iowa, Nebraska, Texas y Minnesota. California, pues, representa más del 13 por ciento del valor agrícola total de la nación. O sea, un producto neto de 3 millones de millones, 137 mil millones de dólares (3.137 trilliones en EE UU) en 2019. Y nada más en 2018 los rancheros de California recibieron casi 50 mil millones de dólares en efectivo por su producción.
Por eso es deplorable la conducta de muchos empleadores agrícolas. En california, nos dice la UFW, los campesinos, casi todos migrante o inmigrantes, “se mueven a través de hileras de lechuga y cebolla, fresas y espinacas, a menudo en grupos densos, para cuidar y cosechar los alimentos de los que dependen los estadunidenses”.
Como todos los años, en las próximas semanas miles de trabajadores de temporada llegarán a otros centros de cultivo en todo el país, desde el Valle Yakima de Washington hasta las llanuras costeras de Carolina del Norte y Georgia. “Estos trabajadores y sus defensores dicen que muchos de los agricultores que los emplean no han proporcionado prácticamente ninguna información sobre cómo pueden protegerse a sí mismos del coronavirus, a sus compañeros de trabajo y a sus familias, lo que crea el potencial para una verdadera crisis seguridad alimentaria y de salud pública masiva”, de dimensión colosal.
Ahora bien, hay unos 2.4 millones de trabajadores agrícolas en Estados Unidos, y de ellos entre el 47 y 70% son inmigrantes indocumentados. Aproximadamente otros 200 mil vienen estacionalmente con una visa temporal de trabajador invitado, la H-2A, “que quedó en desorden la semana pasada cuando Estados Unidos cerró su embajada y consulados en México”, sostiene la unión campesina.
Las precauciones recomendadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC, son prácticamente imposibles de llevar a cabo en muchas granjas, continua el comunicado.
Y a pesar de que “Los campos y huertos proporcionan mucho espacio para el distanciamiento social, los campos de trabajo y el transporte tienden a ser insalubres y abarrotados. Dependiendo del tamaño de la granja, una sola unidad de vivienda puede albergar 200 trabajadores o más. No existen pautas federales que regulen lo que debe hacer un agricultor si no tiene espacio para poner en cuarentena a los trabajadores enfermos, o cómo aquellos que pueden tener el virus pueden acceder a una atención médica asequible”.
De acuerdo The Huffington Post, “Beatriz Ritz, médica experta en epidemiología ocupacional de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California en Los Ángeles, UCLA, está particularmente preocupada por el control de infecciones entre los trabajadores temporeros que viven en condiciones antihigiénicas… La tasa de diabetes entre los trabajadores agrícolas es realmente alta”, señaló, y esto, dice, “los hace más vulnerables al coronavirus”.
Por si fuera poco está el problema que hemos comentado múltiples veces en estas mismas páginas, y que es el tema de los pesticidas, que pueden afectar el sistema inmune de una persona. “Entonces, si sus sistemas inmunes ya están comprometidos y luego están expuestos a insecticidas y herbicidas, eso es un doble golpe”, dijo Ritz, en relación al potencial contagio de coronavirus.
Como el lector podrá imaginar, si los trabajadores agrícolas enferman, tienen poco acceso a la atención médica, especialmente aquellos en áreas rurales aisladas, porque además las clínicas móviles y la divulgación de las medidas de precaución en persona, en los campos de trabajo se están cancelando, lo que significa que los trabajadores dependen más que nunca de sus empleadores si se enferman.
Estos trabajadores agrícolas han estado entre los grupos de inmigrantes más vulnerables. Han sido vilipendiados, acusados falsamente por el robo de empleos a los estadunidenses y a menudo son explotados por los empleadores.
Escuche:
Ahora, los campesinos “son la pieza clave que garantiza la estabilidad de nuestro suministro de alimentos… Ha sido demasiado fácil para las personas ignorar su precaria existencia… Pero piensen en lo que los vulnerables hacen por ustedes y cómo se vuelven vulnerables porque no los estamos cuidando” concluyó Beatriz Ritz■
Un reporte completo sobre el tema (inglés):