Muere Doña Josefina Flores cerrando página en la historia del movimiento campesino
Marco Vinicio González
Una lamentable pérdida para los trabajadores agrícolas de California y sus familiares y amigos ha sido el deceso por causa natural de Doña Josefina Flores Cervantes. Nacida el 24 de octubre de 1930, este 26 de junio doña Josefina se adelantó en el camino de la vida, a la edad de 92 años. Rodeada de sus seres queridos murió en paz, en la ciudad de Vaiselia.
Doña Josefina fue “Alguien que llegó al sur del valle de San Joaquín como niña trabajadora del campo y nunca se fue. Aquí se quedó, dedicando su vida a estas comunidades del centro de California. Primero como jornalera, que dejó su sudor y sus lágrimas en los campos, y luego como luchadora que entregó algunas gotas de sangre al sacar la cara por su gente trabajadora”, dice Samuel Orozco, Director de Noticias de Radio Bilingüe, la red de emisora que aquí le rinde un sentido homenaje póstumo.
Arturo Rodríguez, expresidente nacional de la UFW, dijo que doña Josefina “formó parte de las tres peregrinaciones históricas de Delano a Sacramento”; la del ’66, la del ’94 y la de 2022, organizadas por la Unión de Trabajadores Agrícolas (UFW).
Dolores Huerta, líder histórica del movimiento campesino, apuntó: “Josefina estuvo en cada marcha, en cada Picket Line, en cada mitin…”.
Altos dirigentes de la UFW compartieron aquí Línea Abierta recuerdos y reflexiones sobre doña Josefina, su legado y su lucha de toda una vida, lejos de los reflectores de la fama y guardando siempre un discreto perfil, que sin embargo contrastó con la firmeza de su carácter pero sin ocultar su tremenda empatía con los más desfavorecidos, los pobres del campo.
Humberto M. Gómez, quien fue Director Ejecutivo del sindicato LIUNA hasta su actual jubilación, y también organizador de la UFW en Parlier durante dos décadas, dijo a Orozco en Línea Abierta que “Ella fue una aliada, la que nos daba de comer… cuando estaba César (Chávez) comenzando la primera marcha… ella decidió irse con la marcha hasta Sacramento”.
Agregó: “… Yo les puedo asegurar que fue la mejor suegra que me pudo dar el mundo y Dios, porque no solamente me aceptó como su yerno, sino que me aceptó como su hijo… Yo le decía, cuando estábamos jubilados ya, que no se envolviera más en la lucha, y ella me decía: ‘Mijo, la lucha sigue hasta que no haya por qué luchar’. En 1970 hicimos la primera huelga grande, y logramos contratos aquí en el Valle de San Joaquín… ganamos esa huelga de 26 días con sus noches, y ahí estaba Josefina, llevando siempre café, o tacos, o lo que tenía para llevarnos…”.
Repatriada a México junto con sus hermanos, aunque todos eran ciudadanos de Estados Unidos, de regreso a California, dos de los triunfos significativos de doña Josefina con la UFW, dice su yerno, fue conseguir baños y agua para los trabajadores en los campos.
“Muchos miles son los que participaron en el movimiento. Muchos en alguna huelga. Muchos otros en algún picket line. Otros en una campaña de boicoteo. Otros más no en una, sino en muchas campañas. Pero son pocos, muy pocos, los que más de medio siglo después siguieron respondiendo al llamado de la causa campesina. En ese grupo de porfiados, inclaudicables, está doña Josefina”, afirma Orozco.
Chris Schneider, abogado y exorganizador de la UFW en Fresno, recuerda haber conocido a esta gran líder hace medio siglo:
“… El primer día que llegué a trabajar con la UFW en el boicoteo de la uva y la lechuga, en la ciudad de Chicago (1973)… Josefina fue la capitana. Ahí estuvimos como cinco o diez minutos cuando llegó el mananger de la tienda, bien enojado, y nos dijo que teníamos que irnos… y le dijimos que no. Entonces llamó a la policía… y cuando llegó, Josefina fue hacia ellos y señalándome a mí les dijo: ‘Ese es el que dirige’…Y después de que hablé como por media hora con la policía… ella nos dijo que los miembros de la UFW teníamos que aprender a hablar con la policía cuando ellos trataran de negar nuestros derechos”.
Pero en el curso de los boicots y picket lines miles fueron arrestados, les violaron sus derechos constitucionales, el derecho a protestar pacíficamente, como la hacía la UFW.
Diana Tellefson, Directora Ejecutiva de la Fundación UFW en Los Ángeles, recuerda a doña Josefina como “… mi maestra, y la de muchas personas. Siempre fue clave en las campañas y en el movimiento campesino… a ella no le gustaba cuando se quejaba alguien durante una campaña. Se tenía que luchar, de cualquier manera… si tenías recursos o no, tenías que asegurar cómo le ibas a hacer, siempre hay formas de lograrlo, con creatividad y esfuerzo”.
Ya entrada en sus 70 años, en 2007 “doña Josefina y yo fuimos a Washington (D.C,) a abogar por la reforma migratoria… No teníamos para pagar hotel así que nos quedamos en el sótano de una iglesia como 40 mujeres, incluyendo a doña Josefina y a una de sus mejores amigas, Ruth Martínez, y también Carlina Holguín… pero no había bolsas de dormir… ya era el otoño y hacía frio… nos pusimos nuestras chamarras para calentarnos… la próxima mañana algunas de las voluntarias se estaban quejando del frío… doña Josefina no lo toleró, y dijo: ‘Debemos dar gracias que no estamos afuera, que tenemos un techo’… y recalcó que estábamos ahí ‘para luchar y mejorar la vida de los campesinos’ que necesitaban ‘papeles’… ella nos animó… era una persona muy fuerte. Cuando ella hablaba, las personas escuchaban”.
Dentro de las múltiples llamadas de la radio audiencia, para externar al aire su sentido pésame, hubo personas que conocieron a doña Josefina. Precisamente llamó la señora Ruth Martínez, quien recordó que “una vez iba a haber una demostración en Los Ángeles, y alguien de la Unión dijo que no podía venir con nosotros porque estábamos muy viejas y no podíamos andar en esas cosas. Entonces ella dijo: ¿Sabes qué? ¡Vámonos! Y nos fuimos en mi carro desde Delano hasta Los Ángeles… La voy a extrañar mucho, pero yo sé que ahora está descansando, ya dio su marcha final hasta el cielo, y allá está haciendo huelga con César, y con todos los otros campesinos que se han ido antes de ella”•