Miedo a la deportación y crímenes de odio amenazan la salud mental de jóvenes en CA
Por Jocelyn Wiener
Kaiser Health News
En los meses previos a la elección presidencial, Guillermo y sus amigos en la Oakland International High School, en Oakland, California, compartían un chiste con frecuencia.
“Si Donald Trump gana” —se decían el uno al otro riéndose — “ve a comprarte unas maletas”. No creían que el candidato que amenazaba con deportar a millones de inmigrantes indocumentados podría ganar.
Guillermo, de 18 años, huyó de la violencia de las pandillas y la corrupción policial de El Salvador hace tres años. El joven pidió que no se usara su apellido en este artículo ya que teme poner en peligro su búsqueda de estatus legal en este país.
La noche de la elección, Guillermo encendió la televisión para ver las noticias mientras celebraba el cumpleaños de su padre. “Mira”, le dijo a un amigo, “Trump está ganando”. A la mañana siguiente, al llegar a la escuela se encontró con maestros y personal llorando.
“Me sentí un poco extraño”, dijo. El escenario que parecía imposible un día antes, de repente se había convertido en una realidad. Algunos todavía bromeaban sobre ser expulsados de los Estados Unidos, pero el humor tenía una nueva connotación.
En todo el país, niños y adolescentes que son inmigrantes sin papeles o que tienen familiares indocumentados, están experimentando más estrés, depresión y ansiedad, informan los defensores, educadores y proveedores de salud mental. Lo mismo ocurre con los jóvenes pertenecientes a otros grupos que son objeto de amenazas o crímenes de odio, incluidos los musulmanes y los transexuales.
Los informes sobre estos problemas de salud mental, hasta ahora, siguen siendo anecdóticos.
Keith Humphreys, profesor de psiquiatría en la Universidad de Stanford, dice que es demasiado pronto para tratar de cuantificar el impacto de las elecciones en la salud mental de las personas. Pero cree que estas elecciones han dejado “cicatrices únicas”. Específicamente para los miembros de los grupos que han sido objeto de un odio retórico, quienes ahora no saben en quién confiar, agregó. Entre otros, enumera a musulmanes, judíos, latinos, afroamericanos, mujeres y víctimas de agresión sexual.
Durante su campaña, Trump anunció que planeaba crear un registro para los musulmanes y deportar inmediatamente hasta a 3 millones de personas al asumir su cargo. Una grabación acerca de sus observaciones sobre cómo agarrar a las mujeres de sus genitales, fue ampliamente reportada.
En noviembre, el FBI informó que los crímenes de odio habían aumentado un 6% en 2015 —durante la época de las campañas electorales hasta la elección presidencial— en comparación con el año anterior.
En las últimas semanas, grupos de derechos civiles y organizaciones periodísticas en California, y en todo el país, han reportado incidentes amenazantes; aparentemente vinculados a temas de la campaña. Entre los reportes, un estudiante de secundaria de Redding, California, quien habría entregado avisos falsos de “deportación” a sus compañeros y maestros de Los Ángeles y San José en los que se les informaba a los estudiantes que ellos o sus padres serían deportados.
Imelda Padilla-Frausto, investigadora de salud mental en el centro de investigaciones sobre Políticas Sanitarias de la UCLA, dijo que los estudios muestran que la discriminación conduce a un aumento de los trastornos mentales. Los niños pequeños a menudo absorben el estrés y se deprimen, dijo; los adolescentes —especialmente los varones— son más propensos a reaccionar o a abusar de las drogas o el alcohol.
” … Un mensaje muy poderoso que estos niños y estas familias necesitan escuchar es que estamos defendiéndolos, que estamos aquí para ellos, que vamos a hacer todo lo posible para luchar con ellos y para ellos …”, afirmó Padilla-Frausto.
Mayor vigilancia
Alma Leyva, gerente de proyectos de iniciativas de salud en el Dream Resource Center del UCLA Labor Center, realizó hace unos años un estudio sobre el estrés en jóvenes indocumentados. Leyva contó que el 83% de los encuestados reportaron vivir en un estado de mayor vigilancia, alterando sus comportamientos para evitar ser detectados.
La elección ha exacerbado esto, dijo Leyva, quien llegó a California desde México sin papeles cuando tenía un año de edad: “Puedes ver y escuchar lo asustados que están, y lo incierto que es el futuro para ellos”.
En la Oakland International High School, los estudiantes dicen que se sienten especialmente vulnerables. Los 349 estudiantes de la escuela están aprendiendo inglés y son recién llegados. Aproximadamente el 30% son indocumentados; el 28% son refugiados o se les ha concedido asilo. Incluso antes de las elecciones, casi la mitad de los estudiantes del onceavo y doceavo grado reportaron sentimientos frecuentes de tristeza y desesperación; y el 9% había considerado seriamente el suicidio, según la California Healthy Kids Survey 2014-2015.
Al día siguiente de la elección, los estudiantes lloraban, gritaban, maldecían y se abrazaban, dijo Carmelita Reyes, co-directora de la escuela.
“Para ser honesta, no creo haber visto nada tan brutal entre adultos y niños desde el 11 de septiembre”, dijo.
Reyes sabe que sus estudiantes tienen más suerte que otros. Viven en el condado de Alameda, que les proporciona servicios legales y de salud mental. Viven en la “ciudad santuario” de Oakland, donde la policía y otros funcionarios no preguntan por su estatus migratorio. La alcaldesa de la ciudad, Libby Schaaf, dijo recientemente a The New York Times que tiene la intención de desafiar las “leyes de inmigración injustas”, incluso si el gobierno de Trump retiene fondos federales de la ciudad.
Muchos de los vecinos de la escuela han expresado su apoyo: según los estudiantes y el personal de la escuela, cuando ellos organizaron una marcha de protesta al día siguiente de las elecciones, la gente del vecindario los animaba con lágrimas en los ojos.
Reyes dijo que muchos de sus estudiantes escaparon de países violentos y están preocupados por redadas federales. Muchos están particularmente preocupados por una revocación de la acción ejecutiva firmada por el presidente Barack Obama, que protege de la deportación a algunos inmigrantes indocumentados que llegaron al país cuando eran niños. Pero no sólo se preocupan por sí mismos, dijo, sino por sus familias y amigos.
Las elecciones dejaron a algunos niños enojados, dijo, “pero la gran mayoría se sentían heridos y confundidos acerca de por qué alguien querría que ellos personalmente se fueran, o por qué les temerían, o por qué pensarían que son malas personas”. Reyes contó que un estudiante le preguntó a un maestro: “¿Cómo pueden odiar todo lo que soy?”
“No está permitido ser un adolescente”
Ramzi Hasan, de 18 años, quien huyó de la guerra en Yemen, está especialmente ansioso por su madre. Ramzi es ciudadano, pero su madre sólo tiene una tarjeta de residencia. Su familia es musulmana, y se pregunta si el gobierno intentará enviarla lejos.
Después de que Trump ganara la elección, Ramzi dijo que su familia le pidió que le enviara un mensaje de texto a un maestro preguntándole: “¿Tenemos que irnos ahora?”
Stephanie Noriega, doctora de La Familia Counseling Service que trabaja con estudiantes de la Oakland International, dijo que desde que Trump ganó las elecciones muchos jóvenes se sienten tan inseguros que han perdido toda motivación para estudiar.
“Ahora, en este momento, estás a salvo”, les dice Noriega. “Ahora, en este momento, no pueden venir a llevarte”.
El otro día, Noriega se sentó en la oficina de Reyes, escuchando a la directora describir una reciente interacción con los estudiantes que habían estado haciendo payasadas.
“Yo dije, ‘ustedes no pueden hacer eso en las calles’”, dijo Reyes. Los muchachos protestaron. “Señorita”, le dijeron, “estamos actuando como cualquier otro adolescente”.
La respuesta de Reyes: “Tú eres un joven yemení que es musulmán e inmigrante y no puedes actuar así ahora”.
Noriega suspiró.
“No se les permite ser adolescentes”, dijo. “Confinar a una persona a una caja atrofia su crecimiento y desarrollo saludable”.
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Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorialmente independiente de la Kaiser Family Foundation.