Los organilleros, una tradición que se resiste a desaparecer
Alfredo es migrante de Oaxaca que encontró en el oficio tradicional del organillero su sustento. Foto: Citlali Sáenz.
En México aún existen oficios que resisten el paso del tiempo y la modernidad. Uno de ellos es el del organillero, o músico callejero ambulante, que toca un instrumento de origen alemán. El aparato consiste en una caja de madera equipada con una manivela que, al hacer rotar un cilindro metálico interno, produce un sonido melancólico, pero a la vez, dulce. Hasta el día de hoy, su música se escucha en las plazas públicas más concurridas de la ciudad, y aunque es poco rentable, muchos organilleros quieren mantener viva esta tradición. Citlali Sáenz nos preparó esta reseña desde la Ciudad de México.
“Si ya no se toca, ya se va a morir...”
Alfredo es un migrante de Oaxaca que llegó hace 10 años a la ciudad de México y tras probar sin suerte otros trabajos encontró en este oficio musical su sustento y el de su familia.
En la popular plaza del centro de Coyoacán, Alfredo toca la canción ‘Amigo’ y recuerda que esa era una canción que se dedicó al Papa Juan Pablo II, que visitó muchas veces este país.
Cada día, como se hacía desde hace más de un siglo, los organilleros como Alfredo recorren las calles haciendo paradas donde ven más gente, y cargan los antiguos organillos que pesan entre los 30 y 50 kilos.
“Mas pesado cargar que tocar”
Es un organillo que emite un sonido muy peculiar, una caja de madera que sólo tiene una pata, además de una manivela y puntillas de bronce en un cilindro al interior, que es lo que produce el sonido de las canciones. Este instrumento llegó a México a finales del siglo XIX, para convertirse en una de las tradiciones más populares que ha perdurado hasta nuestros días.
El antiguo organillo reproduce las canciones cuando el organillero da vuelta a la manivela.
Los organilleros siempre portan un traje café del héroe de la historia mexicana Pancho Villa.
Alfredo, nos dice cómo se toca el organillo para que la canción se escuche bien.
“Trae un rollo grande abajo, se toca y se cambia de canción, si le das menos no toca”
Mexicanos y extranjeros se maravillan con el sonido y la tradición, como Emiliano, un turista argentino que estaba impresionado de este musical oficio que le da un toque especial a la vida en México.
“El organillero me encanta, no lo conocía, me parece importante, le da un sonido y aporte cultural a los colores de acá de México”
Miguel Barrueta, que ahora reside en el estado de Puebla, llevó a su mamá de 94 años a escuchar al organillero porque ella y su papá los llevaban de niño a la plaza a escuchar la música de estos cilindros. Y ahora que su madre está enferma la trajo a recordar esa música típica de los organilleros.
“Para mí es una tradición y es un gusto y un placer traer a mi madre de 94 años a que escuche esto, ahora hay tanta música electrónica… y esa es una tradición, lo hago por mis viejos, por los viejos recursos que yo tengo”.
Alfredo, habla del uniforme de Pancho Villa, que portan cuando salen a recorrer las calles con su música.
“Cuando estamos así es de Pancho villa, así se quedó lo que traía y tocaba, la ropa la compramos, tiene que traerla así trabajando”
Como Alfredo hay alrededor de 150 organilleros en la Ciudad de México que rentan los instrumentos por día, antes los acompañaba un changuito que con el tiempo fue sustituido por un mono de peluche, pero siguen usando el uniforme.
Los organilleros trabajan más por amor a mantener la tradición, porque sólo viven de las propinas que les dan las personas; por eso, como dice Fernando, otro organillero que coincide en que mientras la gente siga apoyándolos la música del organillero que ambienta a la ciudad no morirá.
“Tengo 14 años trabajando en esto, ya no sale como antes, tratamos de que no se pierda la tradición, aunque a nosotros nos vaya mal”
Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino Citlali Sáenz desde la Ciudad de México.
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