Ignorar a la comunidad inmigrante podría traer impensables riesgos electorales

Estos son los inmigrantes indocumentados, en la dura labor agrícola, sin seguro de salud ni esperanza de una reforma migratoria. Foto: Heidi de Marco.

Marco Vinicio González

La migración en busca de asilo-trabajo en Estados Unidos disminuyó un poco en algunos puntos de cruce en su frontera sur, de más de 2 mil millas de largo, pero se espera que ya esta semana los flujos migratorios volverían a aumentar.

Las causas son diversas. Sin embargo, algunos acusan, entre otras cosas, falta de voluntad política de la administración federal, o falta de inversión en personal legal que desahogue el gran cúmulo de casos de asilo rezagados, a cambio de obtener de los republicanos el presupuesto para las guerras en Ucrania e Israel.

A cambio, el gobierno federal concedería a los republicanos draconianas medidas en inmigración, como limitar permisos temporales o el parole, dificultar el proceso de asilo y militarizar la frontera, entre otras medidas. Con esto, dicen, Biden le hacen el juego a los republicanos, que utilizan el tema como botín electoral de cara a 2024, por lo que enfrenta incluso oposición de algunos miembros de su propio partido y del electorado inmigrante y latino.

Vale señalar sin embargo que la Oficina de Estadísticas Laborales del gobierno federal estima que en 2023 las personas nacidas en el extranjero de 16 años o más representaron más del 60 por ciento del crecimiento de la fuerza laboral. Esto, mientras la población estadunidense envejece y las tasas de natalidad disminuyen, lo que constituye una seria amenaza a la economía del país.

Es obvio, dice los expertos, que los recién llegados, o sea los inmigrantes serían la solución a la falta de fuerza laboral, porque sin ellos se atrofiaría la economía de este país, lo que, a todas luces, insisten, se avecina. Y es que el tema tiene que ver además con el agudo problema la inflación.

Porque la escasez de mano de obra que resulta de la falta de inmigrantes conduce a un aumento de los precios para los consumidores, lo que a su vez conducirían a una interrupción económica importante, que perjudica a toda la planta productiva y a la economía familiar de los estadunidenses, inmigrantes o no. Esto es un socorrido argumento de empleadores medianos y corporativos.

Por ejemplo, los inmigrantes, que se dice son esenciales, y lo son para la fuerza laboral de California, en 2020 y 2022 contaba con 5.9 millones de inmigrantes empleados. O sea, 1 de cada 3 trabajadores en el estado. Pero si se contara a los inmigrantes junto con sus hijos, habrían sido más de la mitad de todos los trabajadores de California en ese mismo lapso.

Se escoge a California como ejemplo porque es el estado con el mayor número de inmigrantes, y de indocumentados, así como quizás la economía más fuerte del país. No debe perderse de vista que la inmigración no sólo ha aumentado la población de Estados Unidos sino que también ha reabastecido su mano de obra o su planta productiva. Y no se diga en el terreno electoral, en donde el voto latino es crucial para un sistema tan competido.

Como dijera el brillante académico de la Universidad de California en Los Ángeles, Dr. David Hayes-Bautista, si la comunidad latina fuera un solo bloque económico en Estados Unidos, algo así como un país dentro de un país, sería el quinto Producto Interno Bruto (PIB) del planeta.

La pregunta que se antoja entonces, es: ¿vale la pena enajenar a un bloque poblacional tan importante como el de los inmigrantes latinos en Estados Unidos, en pleno año de elecciones?