Hay derechos para ayudar a sus hijos si no son proficientes en inglés (última)
En la pasada entrega de esta reseña sobre el programa de Línea Abierta que habla del pantano en el que se hallan literalmente sumidos muchísimos estudiantes que están aprendiendo inglés durante largos periodos de tiempo, para quienes el sistema de educación pública creó en exclusiva la categoría denominada, Long Term English Learner (LTEL), las expertas invitadas a Línea adelantan lo que en su opinión, y en base a sus extensa experiencia son las razones de dicho rezago. Encuentran que la disparidad de criterios en los distritos escolares de California -aunque esto podría hacerse extensivo tal vez al resto del país-, para definir quién es un LTEL, y cómo trascender esta situación, así como la falta del aprovechamiento de las destrezas en la lengua natal de los estudiantes aprendices de inglés para aprender otras asignaturas en este idioma, eran algunas de las razones de dicho estancamiento académico que podría tener un impacto no sólo en su vida de estudiante sino de adulto, en el trabajo y -lo peor de todo-, en su autoestima. Pero también hablaron de los derechos institucionales del estudiante y sus padres, e incluso de la posibilidad de ejercer acciones judiciales en caso de ver atropellados dichos derechos constitucionales.
Muchos de los jóvenes estudiantes, de hecho la mayoría en el nivel de secundaria o preparatoria en la nación terminan siendo considerados como Long Term English Learner (LTEL). O sea, estudiantes que han pasado seis años o más sin poder avanzar académicamente. Porque si bien hablan inglés, su vocabulario y entendimiento del idioma no es suficiente para comprender y aprender otras materias, que los pondrían en el camino del éxito escolar y profesional. Así las cosas, no son pocos los aprendices de inglés que se meten en un callejón sin salida, dice Chelis López, conductora de este programa de Línea Abierta. Y no son pocos los que sufren altos índices de deserción escolar y bajos resultados en graduación, y que asisten en números más bajos a la universidad.
¿Cómo saber cuándo su hijo ha dejado de ser un aprendiz de inglés de larga duración o LTEL, y cómo hacer para que esto no continúe?
En la pasada entrega de esta reseña se habló de la posibilidad de la reclasificación; es decir, de dejar de ser un aprendiz de inglés de largo plazo y pasar a ser simplemente un aprendiz, hasta lograr el dominio del inglés. El problema se ha identificado y cuenta con recursos institucionales para ayudar a estos estudiantes a salir del pantano. Pero para los alumnos que han quedado estancados, los que ya tienen seis años o más ahí, ¿qué significa haber permanecido y estar aun clasificados como un LTEL? ¿Cómo repercute esto en ellos?
La Dra. Cecilia Ríos-Aguilar, Profesora Asociada de Educación, de Claremont Graduate University en Claremont, CA, (http://www.cgu.edu/pages/9274.asp), señala que “desafortunadamente dicha situación repercute en las posibilidades, uno, de terminar la preparatoria, y sobre todo -y esto es lo más preocupante, dice-, de acceder a ciertos trabajos y a la universidad; ya sea un community college o una universidad de cuatro años”. El problema para estos jóvenes, sostiene Ríos-Aguillar, es que se les está impidiendo la oportunidad de solicitar ingreso a una universidad y ser exitosos en el largo plazo. “Por eso es un problema tan y tan importante, porque tiene repercusiones de largo plazo que a veces es difícil -detectar- para los distritos escolares. Empieza uno en educación básica y uno no ve la repercusión tan grande que puede tener para ellos”. Muchos de estos jóvenes estudiantes son muchachos muy capaces, afirma la experta. “Lo único que necesitan a veces son esos servicios y esos programas, y esa confianza en ellos mismos”. El problema se agudiza cuando se estereotipa a estos muchachos, afirma Ríos-Aguilar. “Es el estigma que ellos sienten, de pertenecer a este grupo. Porque muchas veces los identifican…, y ellos saben que los demás estudiantes los ven como tontos, como perezosos, como que no quieren salir adelante. Y eso es parte de lo que ellos cargan con sigo en su día a día desafortunadamente, y eso tiene unas repercusiones en su motivación, en su autoestima; y ellos empiezan a pensar que no son capaces de ir a la universidad, o de solicitar algún trabajo, o de tener una vida mejor. Y eso para mi gusto es el problema más fuerte que hay con este grupo de muchachos”.
Chelis López señala que los distritos escolares tiene la obligación de proporcionar el número de estudiantes que se hallan en dicha categoría para poder calcular el monto de los recursos que deben ser destinados a cubrir esta necesidad. Pero, ¿en realidad los distritos escolares están respondiendo a esta necesidad?, pregunta. Y apunta que en el reporte The Repairable Harm se puede leer que incluso hay maestras que llegan a los salones y no saben que tienen alumnos aprendices de inglés de largo plazo en su propia clase.
La Dra. Elvira Armas, Directora Asociada del Center for Equity for English Learners, Loyola Marymount University en Los Ángeles, CA (http://soe.lmu.edu/faculty/directory/elviraarmasedd), acepta que hay un problema en el sistema. “Como mencionaba la Dra. Ríos-Aguilar, los alumnos pasan de año en año e incluso ellos a veces no conocen el programa en el cual han estado participando. Y no hay articulación entre las escuelas primarias y secundarias, sobre qué curso de estudio han tenido antes de llegar a una escuela tras otra…”.
Armas afirma que con la nueva definición de los LTEL los distritos sí dan los números de estos alumnos que caen en esta categoría. Y que en especial las escuelas preparatorias están poniendo más interés en varios aspectos del proceso. “El primero es dejarle saber a los alumnos, a través de sus consejeros, dónde están dentro de la trayectoria de poder lograr la reclasificación”. Aunque hay guías estatales y del distrito escolar, a veces los alumnos no saben que solamente por una prueba, o por una sacar una baja calificación ya no pueden lograr la reclasificación. Y junto con esta valiosa información “también se les debe hacer saber sobre los cursos que pueden desarrollar, alineados a las necesidades de estos niños, que les dan las calificaciones para poder entrar a un community college, o a una universidad; cuáles son los cursos que deben tomar, y cuáles son los logros mínimos que deben cumplir para saber qué tipo de estudio van a hacer para aprender más el inglés”. Y agrega que se debe dar más bien esta información a los padres, para que conozcan el programa en el que han participado sus hijos en la escuela primaria, y dónde están en el camino hacia la reclasificación cuando entran a la escuela secundaria. “Para que los padres puedan preguntar cuál es el programa de estudio que tienen sus hijos horita, cuál es el plan; dos años, tres años…”, y entonces es muy importante que tengan la oportunidad de acceder a los cursos que les abren las puertas a la universidad. “Las escuelas necesitan tener horarios flexibles y adaptables a los niveles de los estudiantes; necesitamos tener mejores sistemas para monitorar el desarrollo de los estudiantes, pero empezando desde la escuela primaria… y tener cursos especiales para poder dar programas que prevengan llegar al estatus Long Term English Learner”. Las escuelas deben contar además con materiales lingüísticos, “y asegurarnos que son diseñados específicamente para este tipo de estudiantes”.
Los programas del gobernador, de los distritos y las escuelas en California permiten ahora saber no solamente el contenido de un curso, dice la Dra. Armas, sino además han diseñado importantes programas de capacitación para maestros y padres de los estudiantes.
Por su parte, Franchesca González, Directora del Programa de Educación Equitativo, California Rural Legal Assistance en Oxnard, CA (http://www.crla.org), afirma que los los alumnos y sus padres cuentan con derechos, y que deben conocer también las responsabilidades y compromisos de los distritos y escuelas; para saber cuándo su hijo ya no tiene que permanecer como aprendiz de inglés de largo plazo.
“Creo que es importante empezar con lo básico: la educación en California es un derecho fundamental, garantizado por nuestra Constitución estatal”, dice Franchesca. “En California no se le pueden negar oportunidades a los estudiantes basándose en cuestiones de raza, sexo, origen nacional o color de la piel del estudiante. Y tenemos leyes estatales y federales que prohíben la discriminación”. Estas leyes requieren que todos los estudiantes, sin importar el idioma que hablen, tienen el mismo derecho de recibir una educación, asistir y participar de todos los aspectos de la escuela. “No es suficiente -para los distritos- nada más proveer enseñanza en inglés, sino que deben brindar acceso a los cursos generales, como las matemáticas, la ciencia, la historia… y tienen también que asegurar que los programas sean implementados y que funcionen”, sostiene la experta, y agrega: “Si no están funcionando, si un padre tiene un hijo que ha asistido a escuelas públicas por varios años y todavía no ha logrado proficiencia en el inglés, o no tiene éxito en las otras clases, debe consultar con un abogado; porque esos son derechos fundamentales… hay que ser parte de los comités de padres de familia para informarse mejor sobre los programas que existen, y sobre las alternativas que deben tener para ofrecer a los estudiantes”.
En California existe una ley bajo la cual los padres de los estudiantes pueden renunciar o rechazar de las escuelas el requisito de que su hijo sea matriculado en un salón de clases con instrucción solamente en el idioma inglés, continúa Franchesca. “Y en vez de esto, pedir que su hijo sea colocado en un programa alternativo, tal como un salón de clase bilingüe, o en otro programa… Y si la escuela recibe 20 renuncias para el mismo grado, la escuela tiene que ofrecer una clase de programa alternativo para esos estudiantes”.
Para canalizar estas peticiones, hacer una apelación o someter una queja, cada año deben ser evaluados los estudiantes aprendices de inglés. Las escuelas entonces mandan un escrito a los padres con los resultados, para informarles cómo van a clasificar a ese estudiante. “Si no llegó a un nivel fluido o proficiente en inglés, siguen como aprendices. Y basados en esta evaluación, o en otros criterios, los reclasifican. Cuando un padre recibe ese aviso, si no está de acuerdo, debe someter una apelación directamente al distrito escolar”, aconseja Franchesca. Incluso si no se tratara de la clasificación, sino de falta de acceso igualitario al currículum general, se puede someter una queja uniforme al distrito, o al Departamento de Educación estatal. “Y también deben hablar con un abogado para ver si una acción judicial es apropiada”.
La Dra. Cecilia Ríos-Aguilar enfatiza que este es un derecho al acceso del currículo escolar en todas las asignaturas que se imparten, sobre todo si se nota la falta de avance del alumno en las materias como matemáticas, ciencias, historia, etcétera. El padre puede y debe preguntar sobre cuáles programas existen y cuántos alumnos hay inscritos en ciertos cursos o programas. “Tenemos ahorita unos estudios en varios distritos escolares de California, que están buscando precisamente eso…. Hay cursos avanzados del currículum a los que esos estudiantes no están teniendo acceso, porque están estancados…, en este atolladero”.
Ríos-Aguilar agrega que dicha información que se está enviando anualmente a los padres no es suficiente. “Queremos saber cómo les está llegando esa información y cómo la están interpretando los padres”. Y exhorta a éstos a que pregunten a los maestros y a las escuelas quién puede ayudarlos a entender estas complejidades. “O unámonos, yo ofrezco mis recursos, de poder ir a varias escuelas. Tenemos que formar una coalición, para poder explicarles bien a estos padres de familia qué significa esos requisitos. Porque si ellos no entienden el proceso de reclasificar, entonces no van a poder actuar, ni realizar las preguntas correctas. Esa es mi preocupación más grande, que les estamos diciendo, pregunten, pregunten, pregunten, pero muchas veces los padres no saben qué preguntar; porque los criterios no están claros”. Y apuntó que en primer lugar se deben exigir criterios claros, de cómo se clasifica a los alumnos, y luego formar coaliciones para lograr estos objetivos, dijo la experta.
En este momento, como es habitual en Línea Abierta, entran las llamadas de los radioescuchas.
Walter llama de Fresno, California: “En mi caso yo vine como inmigrante, llegué a los 16 años y estuve en el nivel más básico de EOD. Y me di cuenta que no hay un plan específico para que los estudiantes pudieran moverse de EOD. En mi caso nadie me explicó ni a mi como estudiante, ni a mis padres, cuáles eran los requerimientos para moverse uno de ahí; cómo transferirse de EOD a unas clases regulares para luego poder ir a la universidad. Y ese es un caso que sigo viendo hasta el día de hoy, que le pasa a muchos estudiantes, y que espero que con estas nuevas reformas que se están dando se pueda cambiar esto”.
Para José, que habla desde Vaiselia, California, el problema radica en los maestros: “Es la falta de capacitación de los maestros… que sepan entender a los estudiantes… Mire, mi hija va a la escuela, y casi todos los días hablan a la casa para informar que mi hija no asiste a la escuela. Ni se dan cuenta los maestros que están los alumnos en clase, reportan a la oficina que están ausentes… ¿Cómo es posible que esos maestros sean aptos para enseñar a un estudiante?”.
Y para destacar la importancia que suele tener la información que se transmite en Radio Bilingüe en la vida cotidiana de sus radioescuchas, otro José, éste de Bakersfield, CA, dice haber sido muy afortunado al escuchar Línea Abierta en ese momento: “Me tocó la suerte escuchar este programa precisamente hoy, porque estoy en el día que iba a hacer el cambio a mi hijo, de este programa; porque él quería cambiar, no sé exactamente por qué, pero el consejero me recomendó que era tiempo y era mejor; que ya estaba capacitado para su clase regular… y lo que me dijo es que les puede afectar -permanecer como aprendiz de largo tiempo- en caso de que ellos quieran ir a la universidad, y que ahí es donde van a batallar. Por eso quisiera ver si sus invitadas me pueden informar más sobre eso”.
La doctora Ríos-Aguilar sale al paso ante las críticas que se le hacen a los padres sobre su falta de interés e envolvimiento en los asuntos de sus hijos estudiantes; los padres de familia que llamaron a la radio, dice, son un ejemplo perfecto de que dicha crítica es incorrecta. “Sí, es cierto, parte del problema de quedarse en ese programa de Long Term… es que quizá no pueden ir a la universidad; por eso tiene que ir a preguntar, concretamente qué clases puede tomar con el consejero para que pueda ir a la universidad. Están todos estos cursos, AP, y son clases a las que tienen ellos derecho para poder aumentar sus posibilidades de poder ir a la universidad. Así que sí es importante que vaya y pregunte cuáles son las opciones del currículum para su hijo o su hija”.
Franchesca González opina que cuando se le niega -al alumno- una oportunidad de participar en las clases del currículum general, o en los cursos avanzados, eso también se puede considerar como discriminación por no proveer la misma oportunidad que se brida a todos los otros estudiantes, por las deficiencias que tienen en el idioma inglés. “Eso es un problema grande y algo que hemos escuchado de padres con hijos en clases donde no tienen oportunidad de salir adelante o participar en otros programas, y eso es una violación de la ley”. Y en cuanto al derecho de los padres a ser involucrados en los procesos administrativos y educativos de sus hijos, es crucial tener toda la información. “Y además de esas leyes que prohíben la discriminación contra el estudiante, también prohíben la discriminación contra los padres que no son proficientes en el inglés. Los distritos tienen la obligación de asegurarse que los padres tengan el mismo acceso, que puedan participar de la misma manera que los padres que hablan inglés”. De esta forma, cuando las escuelas mandan notificaciones a la casa de los alumnos tienen que hacerlo en inglés. “Si eso no pasa, si un padre va y quiere hablar con consejero, pero el consejero no habla su idioma, es obligación del distrito proveer intérprete para esa reunión. No es responsabilidad del padre, no tiene que llevar a su vecino o depender de sus hijos”.
Merith, llama de El Centro, California: “Acabo de ir a una premiación, porque a mi hijo lo reclasificaron, él está en cuarto año, yo soy maestra, trabajo al otro lado de la frontera pero vivimos en El Centro. Todavía, aunque yo sea maestra no entiendo qué significa la reclasificación; y no es que yo sea muy débil de entender, sino que el distrito escolar no ha encontrado las palabras claves para que un mexicano entienda. Ellos me explican, pero yo no entiendo”.
La Dra. Cecilia Ríos-Aguilar le da toda la razón a la radioescucha. “Tenemos que hacer un esfuerzo, y yo propongo eso, crear alianzas entre todos, para poder explicarle a nuestra comunidad lo que significa este gran problema; que no sólo es reclasificar, sino que es estar ahí…, son los programas. Así que por favor, unámonos todos, porque este sí es un gran problema que afecta a nuestra comunidad”.
Franchesca González, dice para finalizar: “La educación es un derecho. Entonces, si un padre piensa que le han violado a su hijo el derecho de decidir sobre su educación, debe hablar con un abogado, y hay muchos bufetes no lucrativos por todo el estado, incluyendo nosotros, que tenemos como 20 oficinas”.