El poder de la lectura y el conocimiento entran en riesgo
Marco Vinicio González
Una ominosa amenaza se cierne sobre el derecho de los estadunidenses, particularmente entre los de color, con respecto al saber y de fondo conocer la historia del racismo en este país, pero también sobre el derecho a ejercer un pensamiento crítico a la hora de aprender tanto en escuelas como en bibliotecas sobre temas como raza y género.
Esta semana, por ejemplo, entre las primeras órdenes ejecutivas de la nueva gobernadora de Arkansas, Sarah Huckabee Sanders, estaba prohibir la Teoría Crítica de la Raza (CRT, por sus siglas en inglés) en las escuelas de ese estado, así como revisar las reglas, políticas y regulaciones para detectar cualquier material de lectura que pueda promover este tema en la enseñanza.
Además, Sanders ordenó retirar la palabra “latinx” de todos los documentos del gobierno, mientras que a las agencias, oficinas y departamentos estatales les dio de plazo dos meses para revisar todos los materiales escritos y reemplazar los términos “Latinx”, “latinx”, “Latinxs” o “latinxs”, con “Hispano”, “hispanos”, “Latino”, “latinos”, “Latina” o “latinas”.
Ante esta restrictiva tendencia nacional, Línea Abierta trae a colación el tema de los “Libros Prohibidos” en las bibliotecas y escuelas públicas de Estados Unidos, sometidos a una presión sin precedentes por parte de grupos conservadores que buscan prohibir un número creciente de libros sobre cuestiones de raza y género.
¿Cuáles son los libros más prohibidos?, y ¿qué hay detrás de este creciente movimiento?, o ¿qué significan estos desafíos para los lectores de libros, estudiantes, profesores y bibliotecarios?
Tony Díaz responde a estas pertinentes preguntas en una charla con Samuel Orozco, director de Noticias de Radio Bilingüe y conductor de Línea Abierta.
Díaz es escritor y activista contra la censura, autor del libro The Tip of the Pyramid: Cultivando el capital de la comunidad, y organiza el proyecto “El Libro Traficante”, un movimiento creado a partir de la censura impuesta en Arizona en 2012 contra los libros de historia mexicoamericana para ingresar de contrabando a las escuelas del estado los libros prohibidos.
-¿Qué tan grande y qué tan grave es este problema de la purga de libros sobre estudios de raza y de género, o de sexo, en las escuelas y bibliotecas de la nación?
Díaz identifica a quienes quieren remover el poder de la lectura como los responsables de utilizar diferentes y más agresivas tácticas en tiempos modernos a diferencia de los anteriores. “En aquella época”, dice en referencia al año 2012, “era un estado haciendo este trabajo de censura, y nosotros quisimos mantenerlo en un estado, [pero] ahora son varios”.
La nueva táctica de grupos y gente de la derecha, añade, es “quitarle el poder y el acceso a la biblioteca a la comunidad”.
-La Asociación Nacional de Bibliotecas calcula en unos mil 600 los libros que están siendo objeto de censura en estos momentos, ¿en qué tantos lugares está pasando esto?
El escritor y activista apunta a la disparidad entre los grupos implicados. “Había un representante aquí en Texas que compuso una lista de 850 libros que quería prohibir”, explica. “Los alumnos en esa escuela son 50 por ciento latinos, pero los que están decidiendo retirar los libros son 100% anglosajones. Si nuestra juventud no reconoce sus historias, su cultura en los libros que aprende, van a pensar que nuestra historia no cuenta”.
En un distrito escolar de Houston que cuenta con una gran población de latinos eso nunca va a pasar, continúa Díaz, ya que allí “tenemos muchos latinos defendiendo nuestra historia”, y por el contrario, dice, “lo que está pasando es que en los pueblos pequeños hay un movimiento derechista”.
-Este asunto de poner libros en “la lista negra” por parte de grupos o gobiernos escolares ha estado comenzando a desmoralizar a muchos maestros que ya están repensando su profesión. ¿Cómo percibes esto entre tus colegas educadores?
Díaz concuerda en que, sin duda, la meta de estas tácticas es desanimar o intimidar a los profesores en cada nivel. Dice que incluso ha habido despidos de bibliotecarios en la zona.
“En el Condado de Llano despidieron a una bibliotecaria simplemente por no querer sacar los libros que la obligaban a retirar, que eran libros importantes”, afirma. “Y aquí en Texas es un estado donde los trabajadores no tienen muchos derechos, no nada más a nivel de la primaria. En la universidad acaban de comenzar de nuevo la legislación, en la capital.”
-Hay un lema por ahí que dice: ‘Todos somos libro-traficantes’. ¿Qué le parece?
La respuesta de Díaz ilustra su participación en las actividades de escritor y activista: “Cuando yo escribí mi libro no era simplemente para decir: ‘Bueno, ganamos, los vencimos y ya no nos van a prohibir’. Pero ahora tenemos en lugar de bibliotecas clandestinas, una librería latina en San Antonio, también en el Guadalupe Cultural Arts Center. A cualquier hora del día puede ir una familia y leer o comprar libros de su cultura. Tenemos diferentes becas para los alumnos, podemos obsequiar libros, invitar a los autores a que vengan a visitar. Tenemos un programa donde llevamos a nuestros escritores, al cruzar la calle, a las escuelas de mayoría de latinos. Hacemos una clase para los alumnos y los padres”■