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Detención y deportación afectan la salud de los niños

Por Radio Bilingue
Publicado 29 noviembre, 2013

Niña en marcha de 1 de mayo en Los Angeles, CA Foto: Ruben Tapia

De Zaidee Stavely

Después de llamar a la policía de San Francisco para reportar violencia doméstica, Sonia Cauich dice que fue detenida por tres días sin que se le presentara ningún cargo, para que fuera entregada al servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). Sus tres hijos, que en ese momento tenían 11 años, 3 años, y 6 meses, se quedaron solos.

“Mi hijo que tenía 11 sabía cómo cuidar a su hermanito y sabía cómo preparar la leche para el bebé”, recuerda Cauich.

El bebé de Cauich aún tomaba pecho, así que la separación fue más difícil. Al otro día, los niños usaron el celular de su mamá para llamar a una tía, que pronto fue a recogerlos. Pero pasarían tres días sin que pudieran ver a su mamá. Tres años después, Cauich aún ve los nocivos efectos.

“Mis hijos están todavía que no se componen con eso del trauma”, dijo. “Que vieron que se llevaron a la mamá y se quedaron solitos. Mi hijo de 6 años, cuando mira a la policía, se pone a temblar. ¡Una tembladera que le agarra a mi bebé! Ya tienen eso en la mente que no se les borra a ellos.”

Este tipo de trauma que afecta a los hijos de Cauich se está volviendo cada vez más común en los hogares de Estados Unidos. Y para muchos niños, la separación es mucho más larga que tres días. Se estima que más de 5,000 niños estadounidenses están en hogares temporales de adopción, mientras sus padres están en detención o ya deportados. Algunos niños también son separados de sus padres o guardianes cuando son detenidos al cruzar la frontera, y se mandan a centros separados para menores, dijo María José Soerens, una terapeuta de salud mental que trabaja en el estado de Washington.

“Yo tuve a una mujer que cruzó la frontera con un niño de 2 años y fueron separados. Se los llevaron a dos centros separados. Por 8 meses, no sabían qué había pasado con el niño. 8 meses. En la vida de un niño de 2 años”, dijo Soerens.

De Human Impact Partners

Según un estudio reciente de la organización Human Impact Partners, 600,000 niños ciudadanos de Estados Unidos tuvieron a un padre o una madre que fue detenido o deportado entre 1998 y 2012. Si la detención y la deportación continúa a los niveles actuales en 2014, más de 150,000 niños ciudadanos perderán a un guardián o un padre o madre sólo el siguiente año, indica el informe.

Además, los autores del reporte, que se titula “Family Unity, Family Health” (Unidad Familiar, Salud Familiar) dicen que una gran mayoría de esos niños experimentarán una declinación en su salud mental y física, y enfrentarán dificultades en la escuela, por la separación. Los autores estiman que más de 100,000 niños mostrarán síntomas tales como retraimiento emocional, o desapego de sus familias, como resultado de la deportación de un padre, y algunos de ellos también mostrarán agresión y ansiedad. Además, más de 40,000 niños sufrirán una declinación en su salud física por la separación, dijo Lili Farhang, una de las autoras del reporte. Farhang tiene una maestría en salud pública y dice que el ingreso económico está vinculado con la salud.

“Básicamente puedes decir que si los ingresos de una familia se reducen en cierta cantidad, las posibilidades de que la salud se reduzca son tanto. La pérdida de uno de los sostenes de la familia se traduce en una pérdida de ingresos para esa familia, y una pérdida de ingresos esencialmente se traduce en una reducción del estado de salud”, dijo Farhang.

La pérdida de ingresos también llevaría a más de 125,000 niños a vivir en hogares sin suficiente comida para todos, lo que podría significar que vivan con hambre o malnutrición, dijo Farhang.

El Dr. Alan Shapiro es el Director Médico de Community Pediatric Programs, el programa principal del Fondo para la Salud de los Niños (Children’s Health Fund) y el Centro Médico Montefiore en Nueva York. Describe el escenario así:

De Human Impact Partners

“Supón que hay una familia donde uno de los padres es documentado o residente, y uno es indocumentado”, dijo Shapiro. “Supongamos que se deporta al padre. De repente el ingreso de la familia se declina en un 50 o 70 por ciento. Así que la mamá no puede pagar la renta, y en un mes más o menos, acaba viviendo en un albergue para los que no tienen casa. Así que los dos hijos, que habían estado viviendo en un departamento estable, acaban viviendo en un albergue, que muy fácilmente podría estar en un lugar completamente diferente de la ciudad. Así que son separados de su casa, su escuela, sus amigos, y su clínica. Podría significar horas y horas de viaje para llegar a las consultas”.

Del otro lado del país, en el estado de Washington, María José Soerens ha entrevistado a docenas de familias que han sido afectados por la detención y la deportación. Soerens ha dedicado los últimos cinco años casi exclusivamente a conducir evaluaciones psicológicas de inmigrantes en el estado de Washington para sus casos de inmigración. Soerens dice que la salud mental de los niños resulta muy afectada en el momento en que se detiene a sus padres, muchas veces en frente de sus hijos e hijas.

“En el mundo de los niños, sólo las personas malas van a la cárcel”, dijo Soerens. “Así que es muy confuso para un niño entender por qué se va a detener a su padre, quien es una buena persona. Frecuentemente, en casos donde los niños ven la detención de su padre, tratan de hablar y dicen ‘¿Por qué se llevan a mi mami o mi papi? Mi mami es una buena persona’. O a veces después de que se detenga al padre, el niño se enoja con sus padres porque piensa que hicieron algo malo”.

Soerens recuerda a una familia en particular, en la que los dos padres vivían aquí sin documentos, y el padre había establecido un negocio de alfombras, en el que ganaba más de $100,000 dólares al año para sostener a su familia. Tenía dos hijas y un hijo, y todos tenían menos de 9 años. Soerens recuerda que los niños iban muy bien en la escuela y que la hija mayor quería ser doctora o abogada.

“Y luego lo detuvieron, y claro, como estaba detenido, ya no podía sostener a la familia”, dijo Soerens.

Sin poder sostenerse solos, la madre y los niños fueron a vivir con un pariente.

“Su mundo entero cambió”, dijo Soerens. “Empezaron a tener problemas en la escuela, y empezaron a depender de estampillas de comida. El niño más pequeño, que tenía 4 en ese entonces, se presentaba con ansiedad de separación. Las niñas mayores no tenían espacios para hablar sobre la separación familiar, así que también sufrían de ansiedad. Querían proteger primero a la familia, así que veían a todas las personas de fuera de la familia como una amenaza. Estaban extremadamente tristes, y estaban teniendo muchas dificultades en la escuela”.

En una encuesta conducida como parte de la investigación del reporte de “Family Unity, Family Health,” tres de cada cuatro padres indocumentados que respondieron dijeron que sus hijos mostraban síntomas compatibles con el trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés). Más de la tercera parte de padres indocumentados reportaron que sus hijos tenían miedo todo el tiempo o la mayor parte del tiempo, y más de la mitad dijeron que sus hijos estaban ansiosos todo o la mayor parte del tiempo, debido al estatus legal de sus padres.

Niña en marcha de Los Angeles. Foto: Ruben Tapia

“Desde una perspectiva de salud mental, las únicas categorías que tenemos para hablar de esto son la depresión, la ansiedad, las síntomas somáticas, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, pero yo creo que esas categorías no hacen honor a lo que está pasando a un nivel nacional”, dijo Soerens. “En estas condiciones, para ser honestos, no hay mucho que podemos hacer como profesionales de la salud mental. El estrés proviene de una fuente completamente fuera de la familia. ¿Cómo le puedes enseñar a un niño a lidiar con condiciones que están completamente fuera del poder de su familia?”

El estrés de vivir con el constante miedo de que se lleven a los padres podría terminar causando mayores problemas de salud a largo plazo. Soerens, Farhang, y Shapiro señalan a estudios como el de Experiencias Adversas en la Niñez, del Centro por el Control de las Enfermedades, y el del Centro para el Niño en Desarrollo de Harvard. Ambos estudios muestran que vivir con estrés constante y sin mitigación en la niñez puede sembrar semillas que más adelante exploten como problemas graves de salud.

“Realmente no puedes tener a un adulto saludable, si tuvieron una niñez tóxica. Estas cosas se acumulan dentro de ellos, y hay respuestas fisiológicas”, explicó Farhang. “Por ejemplo, hay algo que se llama cortisol. Y si tú te sientes muy estresado y se aumenta tanto que ni se puede medir en las tablas, se puede traducir en enfermedades de corazón, alta presión, y muchos otros resultados de salud que son muy caros y son totalmente evitables si puedes mitigar algunas de las cosas que causan el estrés”.

Los estudios demuestran que el estrés se puede mitigar cuando los niños tienen a adultos que los quieren y los cuidan. Pero en muchos casos que ha visto el Dr. Shapiro en Nueva York, los hijos de inmigrantes terminan en albergues. Y el miedo de la separación solo se puede mitigar al quitar la amenaza de la deportación, dice Soerens.

La manera principal que el gobierno podría mitigar el estrés en los niños, dicen, es con la reforma migratoria integral, que incluya un camino rápido a la ciudadanía, acceso a la salud, y dar a jueces y funcionarios de inmigración el poder de discreción para que consideren los efectos en los niños. Demasiadas veces, dijo Soerens, los niños se dejan fuera de la ecuación.

“Esa es la parte descorazonante del sistema de inmigración”, dijo Soerens. “Todos los efectos que hemos visto en los niños parece que no tienen mucho peso en la toma de decisiones del gobierno”.

El año pasado, California aprobó una ley que permite a los padres detenidos reunirse con sus hijos y procura que los niños no acaben en el sistema de hogares temporales. En agosto, ICE emitió una directiva que pide a los funcionarios considerar si un inmigrante es el padre de un ciudadano estadounidense o residente permanente, y describe reglas para que los padres tengan más capacidad de reunirse con sus hijos.

Pero para que produzca un cambio real en las vidas de los niños, el gobierno tiene que ir más allá, dijo el Dr. Shapiro:

“Lo que estamos haciendo en realidad es dañar las vidas de los ciudadanos estadounidenses que son los hijos de inmigrantes. Eso es una locura. ¿Por qué no quisiéramos que sus niños tengan las mismas ventajas que todos los niños? ¿Por qué haríamos una política que a propósito los pone en desventaja?”

Este reportaje se produjo como parte de un fellowship del Instituto por la Justicia y el Periodismo (Institute for Justice & Journalism).

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