Damnificados de las inundaciones en California batallan para reconstruir
El sonido del agua inundando su casa despertó a Miguel Castillo y su esposa la noche del 10 de enero. Rápidamente saltaron de la cama. Recogieron algo de ropa, documentos importantes y salieron a la calle, pero también parecía una gigantesca alberca.
“Pasamos una parte del agua a la cintura, pasamos la otra igual, pero la otra, que es la Stanford, ya nos llegaba arriba de la cintura el agua”.
Las torrenciales lluvias de enero habían desbordado un canal cercano inundando Planada, un pequeño poblado de trabajadores agrícolas del condado de Merced, al norte del Valle Central de California.
El barrio de Castillo fue uno de los más afectados. Un mes después platicamos con él afuera de la casa que ya había terminado de pagar y que compartía con su esposa, su hijo y sus dos nietos. Nos permitió entrar pero nos dijo que tuviéramos cuidado.
“No va a poder caminar adentro, pero aquí se puede ver cómo está todo”
Vigas de madera y herramientas dispersas en el piso. Juguetes rotos enlodados que el agua embravecida arrastró al patio. Un verdadero desastre que costará mucho reparar.
“Tienen que echar la fundación y luego el piso…, el piso, las paredes”
Con un préstamo de más de 60 mil dólares, de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, FEMA pagará las reparaciones. Pero tomarlo no fue fácil ya que Miguel a sus 63 años estaba próximo a jubilarse de una empacadora de pollos.
“Y yo pensaba retirarme, voy a estar en mi casa y a estar a gusto, tranquilo. Pero ya tengo que seguir pagando”
Mientras arregla su casa, la familia Castillo vivirá con algunos familiares.
Dos meses después. A más de cien millas al sur de Planada, la ciudad de Lindsay sufrió un desastre similar. En cuestión de minutos, más de 20 casas quedaron bajo el agua de otra tormenta.
Pasada la tempestad Filiberto Hernández y su hija mayor, Aide, visitaron el apartamento que tenían escasos 4 meses de haber rentado. La mayor parte de su ropa estaba empapada y la habitación olía muy mal.
“Le dije a mi mamá, abre todas las ventanas, abre todas las ventanas, puertas, todo para que se salga todo lo húmedo y no esté, no apeste, porque sí, sí apesta”, dice Aide.
Filiberto es un trabajador agrícola indocumentado. El estatus migratorio mixto de su familia podría afectar la rapidez y la cantidad de ayuda que pueden recibir de FEMA y otras agencias gubernamentales.
Pero además, dice que le ha sido difícil encontrar trabajo. Y como indocumentado, no tiene seguro de desempleo. Aunque hay una propuesta legislativa para darles esos beneficios.
Triste, Filiberto asegura que le podría llevar años recuperarse de la inundación.
“Se perdieron cositas que uno le cuestan para comprarlos”, dice FIliberto.
Si bien las pérdidas materiales se pueden reemplazar, cuesta más recuperar la tranquilidad perdida, dice la esposa de Filiberto, Araceli Hernández, quien no deja de estremecerse cuando se nubla el cielo.
“Quiero estar tranquila y no estar asustada, que ahí viene el agua y que nos vamos a meter al agua o algo”
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