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Crisis y encrucijada del río Colorado

Por Marco Vinicio González
Publicado 19 noviembre, 2025

Un tramo del río Colorado. Foto: Ning Tranquiligold Jin/Facebook https://shorturl.at/ZMThE

El río Colorado mantiene sus dos embalses principales —el lago Mead y el lago Powell, los más grandes del país— en niveles históricamente bajos. El histórico mal uso del agua, la evaporación, la sobreexplotación, el cambio climático y una sequía prolongada han colocado al sistema bajo una presión extrema. La cuenca enfrenta una tensión inédita entre la oferta real de agua y las demandas agrícolas, urbanas y ambientales. La Oficina de Reclamación ha advertido que, sin medidas firmes, el sistema podría acercarse a umbrales críticos que comprometerían el suministro de más de 40 millones de personas y la estabilidad tanto energética como ecológica del suroeste.

A la crisis hidrológica se suma un conflicto político profundo. Los siete estados de la cuenca —Colorado, Utah, Wyoming y Nuevo México en la parte alta; Arizona, Nevada y California en la parte baja— no lograron acordar reglas post-2026 antes del plazo federal. Las diferencias sobre cómo distribuir recortes, medir usos reales y operar embalses en un clima más seco han generado un estancamiento que expone las grietas del marco legal construido hace un siglo.

La falta de consenso aumenta la probabilidad de una intervención federal. Las proyecciones para 2026 anticipan recortes obligatorios para varios estados y para México en un momento definitorio para el futuro del río, de las comunidades y de las economías que dependen de él. 

Voces desde las comunidades 

Jerónimo Vásquez, Supervisor de Coconino County, explicó a Línea Abierta que en “los cálculos que hicieron hace como 100 años… usaron estos niveles de agua para calcular cómo lo iban a dividir. Y ahora hay más desarrollo, en particular en Arizona y Nevada”. Añadió que la disminución del caudal afectará de manera desproporcionada a las comunidades latinas “porque suministra agua a 1/3 de los hispanos de todo el país”. Y en particular para las comunidades indígenas”, más de 30 naciones “que no son parte de la conversación o de la toma de decisiones”, dice.

Daniela Zavala, directora de comunicaciones de HECHO (Hispanics Enjoying Camping, Hunting and the Outdoors), advirtió que “estamos hablando de casi 30 años de sequía sin precedente … Hay menos nieve en las Montañas Rocosas … y a esto se le suman las altas temperaturas y también la evaporación”, dijo Zavala, indicando que si no se llega a un acuerdo, aumentarán las posibilidades de que el gobierno federal intervenga, “o de que los estados recurran a litigios”.

El profesor y especialista en extensión cooperativa de la Universidad de California, UC Davis, Samuel Sandoval Solís remarcó que “no hay agua para todo lo que queremos” y que el estancamiento proviene de que “necesitamos cambiar la forma de pensar: de que esto es un nosotros en contra de ellos”. Nadie quiere reducir su uso, señaló, “y ahí radica el bloqueo actual”.

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 Agricultura, pagos y prioridades

Sandoval Solís explicó que una de las estrategias federales ha sido pagar a agricultores para que reduzcan su uso del agua mediante “acuerdos voluntarios”, pero estos pagos “no le llegan a hispanos que viven y trabajan en la agricultura”. Lo mismo ocurre del lado mexicano, dijo, donde “han salido afectadas las familias con pocos ingresos”.

Zavala subrayó que los embalses Mead y Powell “están hoy a menos de un tercio de su capacidad… el río podría alcanzar un nivel crítico en el que ya no podrá fluir a través de las represas alrededor de 2026”. Agregó que el debate se ha centrado en recortes generales sin abordar “actividades que consumen mucha agua, como el riego de forrajes para ganado”.

El profesor Sandoval Solís sintetizó las proporciones de uso: “El 18% del agua es para consumo municipal, comercial e industrial; el 19% es evaporación… otro 11% es evaporación en las presas… y 52% es el uso agrícola no de vegetales, sino de forrajes”.

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 Representación insuficiente 

Sobre la participación comunitaria, Vásquez aseguró que “es crucial entrelazar aspectos sociales con la salud del río, comunicar los retos y oportunidades… y buscar maneras innovadoras para vivir con menos agua”. Zavala insistió: “Debemos utilizar nuestras voces para qué, los que nos representan, escuchen nuestras prioridades”.

Sandoval señaló la disparidad en la toma de decisiones: “Uno de cada tres hispanos está impactado… pero no uno de cada tres hispanos está en la mesa de negociaciones”. En el valle Imperial, “la población blanca es 25-27% y sus tomadores de decisiones son 75%; los latinos son 52-55% y su representación es 23%; los indígenas, afroamericanos y asiáticos son 20% pero su representación es menos del 5%”.

Escucha:

 ¿Qué pasa si no hay acuerdo? 

Vásquez llamó a “continuar con esta conversación… y empujar a nuestros representantes estatales y federales para encontrar formas de hacer un nuevo acuerdo”.

El profesor Sandoval Solís advirtió que “el que no haya un acuerdo, por ‘default’ nos va a mandar a lo que está ahorita pasando, que los lagos están vacíos… Hay que tratar al río bien, para que el río nos trate bien. Ahorita lo estamos tratando como un recurso, cuando en realidad es parte de nuestra vida, y de la identidad de esta región”.

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