Comunidades indígenas en el centro de la COP30

Foto: COP30 Brasil/Facebook https://shorturl.at/9FXk2
La COP30, celebrada en Belém, Brasil, del 10 al 21 de noviembre, centra sus esfuerzos en “activar enérgicamente” una década decisiva para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 °C, según Naciones Unidas (ONU). En este marco, el pasado 6 de noviembre se presentó un compromiso global como antesala para multiplicar por cuatro el uso de combustibles sostenibles para 2035, iniciativa respaldada por varios países, de acuerdo con Clean Energy Ministerial.
Uno de los temas centrales de la primera semana de esta cumbre fue la convocatoria impulsada por André Corrêa do Lago, presidente de la COP30, e Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), quienes invitaron a los países a sumarse al Mutirão Global (beat the heat) contra el Calor Extremo. Esta movilización internacional busca enfrentar los impactos del aumento de las temperaturas en las ciudades, los trabajadores y las poblaciones vulnerables. No obstante, expertos y enviados especiales alertan sobre desigualdades persistentes en financiamiento, adaptación y mitigación e insisten en cerrar esas brechas “con ambición real”.
Una característica de esta edición ha sido la participación política de líderes indígenas. Por ejemplo, el pasado 15 de noviembre, unas “70 mil personas” de regiones remotas de la Amazonía y de otros países se convocaron a una marcha que “parecía un carnaval, muy alegre, porque la resistencia tiene que tener alegría”, dijo a Línea Abierta Leila Salazar-López, directora ejecutiva de Amazon Watch.
Desde Brasil, Salazar-López relató que los pueblos indígenas —que el viernes bloquearon accesos al recinto de la COP30— realizaron rituales de protesta contra “la expansión de la siembra de soya, que es un grano que no es para alimentar a los pueblos sino para cerdos y ganados en Europa y China”, y denunciaron que junto con las petroleras “se siguen expandiendo sin consulta, y los pueblos están resistiendo”.
Las protestas más visibles fueron lideradas por poblaciones indígenas de la Amazonía, junto con campesinos, mujeres, afrodescendientes y una amplia presencia de sociedad civil, “como no se ha visto en las últimas tres COP que fueron en países árabes donde no permitían las movilizaciones ni inclusión de la sociedad civil, pero sí muchos, muchos petroleros”, afirmó.
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En el plano diplomático, las grandes ausencias han sido Estados Unidos y China, los mayores emisores del planeta. Las primeras rondas de negociación se centraron en buscar financiamiento para comunidades de bajos recursos que, a la vez, son las más golpeadas por las emisiones de gases de efecto invernadero. En medio de llamados a “salvar la selva”, diversos líderes indígenas subrayaron la necesidad de otorgar protagonismo al conocimiento ancestral y a los líderes comunitarios. Muchos viajaron largas distancias “en caravanas, en buses, en botes”, pero no todos obtuvieron acreditación para ingresar al recinto.
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