Cómo adaptarse a las persistentes sequías del cambio climático
Campesinos en la cosecha de lechuga en California. Foto- Cortesía de UFW.
Los períodos secos y/o sequías más prolongadas y frecuentes, que suelen traer enfermedades producidas por el calor (estrés térmico), o mermar la producción agrícola con plagas de insectos y lluvias extremas y más frecuentes, que derivan en inundaciones y erosión de la tierra cultivable, han conducido no obstante a prácticas de cultivo resilientes o inteligentes.
Por su parte, el gobierno de Estados Unidos lanzó el proyecto de ley agrícola, que proporciona 6 mil millones de dólares anuales para la conservación de las tierras cultivables.
Esta legislación bipartidista, uno de los programas de conservación más exitosos e importantes del país, el Farm Bill beneficia a 48 estados, mayormente (70 por ciento) tierras que son de propiedad privada, y ayuda a estimular suelos más saludables, agua más limpia, secuestro de carbono y conservación del hábitat de la vida silvestre.
La Ley del Campo, extendida por Congreso en mayo de 2024, sólo renueva esta ley cada cinco años para priorizar la conservación, al tiempo que apoya también a las comunidades rurales que cuidan y trabajan en estas tierras.
Con todo, muchos agricultores dicen tener la sensación de que 2024 será el peor año financiero que hayan experimentado. La USDA pronostica que los ingresos agrícolas netos de 2024 representan una caída de 43 mil millones de dólares comparado a 2023. Eso es una disminución del 25.5% en solo un año.
En tanto, campesinos en Estados Unidos, mayormente inmigrantes indocumentados, siguen luchando por el acceso al agua limpia para beber en los campos, y descansos de 10 minutos a la sombra en las jornadas laborales asoladas por el calor extremo, dice Teresa Romero, presidenta del Unión de campesinos, UFW.
La más más reciente cruzada de esta unión, que se extiende por décadas, es brindar protecciones a miles de personas que trabajan en exteriores bajo un calor extremo. Pero la propuesta de brindarles dicha protecciones que marca la ley para los campesinos, es rechazada por varios políticos republicanos.
El tema de la conservación de los recursos al campo, en el contexto del cambio climático y sus efectos severos, no es nuevo en país, aunque sí más dramático en la actualidad, dice los agricultores. En las últimas dos décadas, afirman, las olas de calor han sido más largas e intensas, y las sequías más persistentes y severas, lo que ha dificultado no sólo la producción agrícola sino también la ganadera.
Como hemos documentado insistentemente en este espacio informativo, las lluvias intensas no sólo de primavera, como se acostumbraba en los ciclos climáticos del pasado, son ahora más frecuentes y complicados para el trabajo de campo, provocando inundaciones catastróficas y a consecuencia pérdidas multimillonarias.
Por ejemplo, en el suroeste del país las sequías prolongadas y extremas han obligado a muchos ganaderos a reducir el tamaño del rebaño o a abandonar de plano la ganadería, dice la rama del gobierno federal especializada en el tema.
Los inviernos y primaveras más cálidos, agrega, “hacen que los árboles frutales florezcan antes, lo que aumenta el riesgo de pérdida total de la cosecha de frutas debido a las heladas”.
La fuente afirma que en muchas regiones los productores luchan por manejar mejor los períodos de temperaturas más altas y clima seco, junto con más olas de calor y sequías. “Esta situación se hace más difícil a medida que se intensifica la competencia por el agua”.
Por eso muchos agricultores se han visto en la necesidad de pensar e implementar nuevos hábitos de conservación del agua y mayores protecciones al campo, como cubrir los cultivos, comprar más seguros agrícolas o ajustar sus planes de seguro ya existentes, así como agregar nuevas tecnologías.
Existen, desde luego, viejas tecnologías de conservación del agua, las acequias, hoy en vías de ser retomadas.
Notas pertinentes: