Aunque no lo crea, el aguacate se ha vuelto más caro y peligroso que la mariguana
De la redacción
En el estado mexicano de Michoacán miembros del cartel de Los Viagras talan los montes clandestinamente por la noche para preparar la tierra que posteriormente servirá para sembrar aguacates, una industria tasada en 2 mil 400 millones de dólares al año, reporta hoy Los Angeles Times.
Cuando los pobladores de Uruapan, Michoacán protestan contra dicha tala, que en el pasado otros carteles ha explotado también clandestinamente para saquear la región de sus maderas finas, los criminales los amenazan a punta de pistola para que guarden silencio.
Porque se trata de una región donde abunda la lluvia y el sol, lo que convierte ese suelo volcánico en una tierra sumamente propicia para el cultivo de dicha fruta. Además, es el único estado mexicano que según la fuente puede vender aguacate a Estados Unidos, pues las exportaciones mexicanas permanecían prohibidas hasta 1997 por temor al efecto de las plagas que atacan a ese cultivo.
Últimamente ciudades como Uruapan y otros lugares de Michoacán han visto florecer desarrollos de viviendas y concesionarios de automóviles de lujo, en una relación directamente proporcional al desmonte de vastas regiones arboladas que dan paso a grandes extensiones de tierra para el cultivo del aguacate, al tiempo que crecen los grupos criminales.
Y es que “Escalar árboles y cortar aguacates paga mucho mejor que muchos trabajos en México”. Por ejemplo, 60 dólares al día, en comparación con el salario mínimo que es en esa región del país vecino de 5 dólares diarios. Sin embargo, dice el Times, “cada vez más conlleva serios riesgos”, trabajar en estas granjas clandestinas.
El escrito y politólogo de Barnard College, Eduardo Moncada está escribiendo ahora un libro que toca parcialmente la extorsión de los grupos criminales a la población michoacana. En una entrevista con el L.A. Times dijo que “la relación del comercio de aguacate con el crimen organizado varía dramáticamente en toda la región, lo que dificulta la navegación de las autoridades y los ciudadanos… Cuando no sabes quién controla qué, se vuelve mucho más difícil vivir tu vida diaria”.
Y se refiere a las grandes expectativas y esperanzas que generó la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien “declaró que México ya no estaba en guerra con los carteles… y prometió luchar contra la pobreza y trasladar los deberes de seguridad del ejército a una Guardia Nacional civil recién creada”, pero que no ha podido articular un plan para frenar la violencia.
En tanto, el año pasado mil 338 personas fueron asesinadas en Michoacán, más que cualquier año registrado, dice la fuente. Y agrega que “este año ha sido aún más mortal, con mil 145 homicidios hasta septiembre, lo que eleva el número de muertos a los mil 500”.
Además, sostiene que “la seguridad se ha vuelto tan débil que en junio un grupo de productores de aguacate compró anuncios en varios periódicos nacionales advirtiendo de un ‘impacto irreparable’ para la industria a menos que los funcionarios aborden el problema”.
Y en agosto “el Departamento de Agricultura de Estados Unidos suspendió temporalmente su programa de inspección de aguacate en una ciudad cercana a Uruapan, luego de amenazas a algunos de sus empleados. Los medios locales informaron que un inspector había sido robado y otro grupo de empleados sometidos a intimidación después de que cancelaron la certificación de una granja”.
“Nos atacaron con pistolas”, dijo el entrevistado. “Nos obligaron a elegir durante siete horas y no nos pagaron”.
La asociación local de comercio de aguacate armó su propia fuerza de policía civil; construyó torres de vigilancia en las entradas de cada pueblo y organizó una toma del gobierno municipal “para garantizar que sólo un candidato a la alcaldía -el suyo- estuviera en la boleta electoral”.
Según el Times la estrategia ha sido criticada como un experimento peligroso. “Sin embargo, el gobierno –federal- no ha intervenido y, por ahora, los esfuerzos parecen estar funcionando”.
De modo que los pobladores de esa zona se han tenido que armar para evitar que les roben la tierra, los bosques y el agua. Y del miedo a los carteles han pasado a la ira y a la autodefensa de sus propiedades.
Porque la estrategia del gobierno no logró poner fin al crimen y la violencia en Michoacán, y de alguna manera sólo empeoró las cosas. “El grupo de Los Viagra -por ejemplo-, probablemente no existiría hoy si no fuera por las intervenciones del Estado”, concluye la fuente■