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Abre el gobierno ‘santuario’ oceánico a la pesca comercial

Por Marco Vinicio González
Publicado 21 abril, 2025

Imagen del Monumento Nacional Marino del Atolón Rose, imagen recreada con inteligencia artificial que refleja lo prístino de las aguas en el Océano Pacífico Sur, en la zona abierta por Trump a la pesca comercial.

La administración Trump abrió a la pesca comercial de las mayores reservas oceánicas del mundo: el Monumento Nacional Marino del Patrimonio de las Islas del Pacífico, situado a unos mil 200 kilómetros al oeste de Hawái.

A través de una orden ejecutiva el presidente “liberó” dicha zona argumentando que la medida tenía como objetivo convertir a Estados Unidos en el “líder mundial dominante en productos del mar”.

¿Qué implica esta decisión?

  • Apertura a la pesca comercial: Se autoriza a embarcaciones con bandera estadunidense a realizar pesca comercial entre las 50 y 200 millas náuticas dentro de los límites del monumento. ​
  • Justificación oficial: La administración Trump argumenta que las especies en la zona, como el atún, son migratorias y que la prohibición previa tenía poco impacto en la prevención de la sobrepesca, uno de los últimos santuarios oceánicos vírgenes del planeta. ​
  • Objetivo económico: Se busca fortalecer la industria pesquera estadunidense, reducir el déficit comercial de productos del mar (que supera los 20 mil millones de dólares, y contrarrestar la competencia de flotas extranjeras subsidiadas.

Grupos conservacionistas y científicos advierten que muchas especies en la zona son residentes, no migratorias como afirma la administración Trump, y que la apertura podría amenazar ecosistemas frágiles y especies en peligro, como tortugas marinas y ballenas. 

Christian Hunt, de Defenders of Wildlifedefenders.org, afirma que “Este monumento es un refugio excepcional para especies en un océano por lo demás sobreexplotado. Permitir la pesca comercial sólo desatará el saqueo de nuestro patrimonio natural”.

Estudios científicos han demostrado que las áreas marinas protegidas actúan como “bancos de pesca” que ayudan a recuperar poblaciones y abastecer las zonas adyacentes. Por ello, expertos alertan que desmontar protecciones en el monumento podría diezmar poblaciones de atunes, tiburones, rayas, tortugas marinas y aves que encuentran allí un hábitat seguro para reproducirse​.

El biólogo marino, Robert Richmond enfatizó que esta decisión llega “en el peor momento”, comparándola con “vaciar los ahorros pesqueros de nuestros hijos y negarle a las futuras generaciones un océano sostenible”.

También cuestionan las afirmaciones de Trump, acerca de que la reserva no mejoraba la situación de especies altamente migratorias como el atún​, investigadores señalan que los ecosistemas prístinos del monumento –arrecifes, montes submarinos y aguas pelágicas (de profundidades considerables)– sí contribuyen a la resiliencia de la fauna marina regional frente a la sobrepesca y el cambio climático​.

“Están poniendo en riesgo uno de los ecosistemas oceánicos más prístinos del planeta”, advirtió Arlo Hemphill, especialista en océanos de Greenpeace USA. Grupos ambientalistas argumentan además que esta medida forma parte de una agenda más amplia de la administración Trump que prioriza ganancias económicas de corto plazo sobre la protección ecológica y la seguridad alimentaria a largo plazo.

Organizaciones medioambientales planean impugnar la orden ejecutiva en los tribunales, cuestionando su legalidad y el proceso seguido para su implementación. ​

Por su parte, el senador demócrata de Hawái, Brian Schatz calificó la medida como un retroceso en la protección de recursos naturales vitales, especialmente en un contexto de crisis climática.

La zona previamente protegida de la pesca comercial se originó mediante dos acciones ejecutivas clave: en 2009 por el presidente George W. Bush quien la declaró zona protegida, y luego fue ampliada en 2014 por Barack Obama, llevando su extensión a aproximadamente 1.3 millones de kilómetros cuadrados. Esta zona es considerada como uno de los ecosistemas marinos más biodiversos y vulnerables del planeta.

Más tarde vino una segunda orden ejecutiva de Trump, para el Departamento de Comercio, a fin de que  flexibilizara las normas que “imponen una carga excesiva a las industrias de pesca comercial, acuicultura y procesamiento de pescado de Estados Unidos”, reporta The New York Times.

Y pidió al Departamento del Interior que lleve a cabo una revisión de todos los monumentos marinos y uno de los últimos santuarios oceánicos vírgenes del planeta.

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