A horas del veredicto sobre el caso de George Floyd, con los nervios de punta
De la redación
Durante dos semanas el mundo entero pudo escuchar las posiciones de la defensa del policía blanco, Derek Chauvin, y a la parte acusadora. Y el lunes se pudo ver por última vez –quizás- el video gráfico de los momentos finales del afroestadunidense Goerge Floyd, con las partes del juico pidiendo al jurado confiar en lo que sus ojos vieron mientras la defensa de Chauvin solicitaba que no creyeran lo que vieron sus ojos y miraran un contexto más amplio. Ambas partes recomendaron al jurado usar el sentido común para cimentar sus decisiones finales.
La defensa del policía enjuiciado argumentó causas que una tras otra fueron descalificadas durante los testimonios de expertos policiales, médicos, forenses y cardiopulmonares, y hasta por miembros del propio Departamento de Policía de Minneapolis además de los transeúntes que presenciaron el asesinato de Floyd y testificaron durante el juicio.
La acusación se centró en los nueve minutos y 29 segundos que la rodilla de Chauvin mantuvo sobre el cuello de Floyd, mientras el hombre negro se hallaba de bruces sobre el pavimento y esposado.
En su deposición final Eric J. Nelson, el abogado de la defensa de Chauvin argumentó entre otras cosas que Floyd había consumido drogas ilícitas y se había resistido activamente cuando varios oficiales intentaron meterlo en un auto patrulla. Y dijo repetidamente a los miembros del jurado que examinaran “la totalidad de las circunstancias”, y que no “No se dejen engañar por una sola imagen fija”, la de Chauvin con la rodilla sobre el cuello de Floyd, las manos en el bolsillo y la mirada desafiante hacia el público que le rogaba detener el asesinato, “al puro estilo de los linchamientos”, dijeron varias personas a la televisión.
Por su parte Steve Schleicher, el abogado de la parte acusadora dijo en su deposición final: “Este caso es exactamente lo que pensó usted cuando vio el video por primera vez. Es lo que sentiste en tu estómago. Es lo que ahora sabes en tu corazón”.
La sociedad estadunidense, a lo largo de líneas raciales y socioeconómicas, de género y hasta generacionales muestra la fatiga histórica de la brutalidad policial y, peor aún, de la impunidad de que goza la policía en casos de asesinatos donde la población negra, latina e indígena estadunidense muere a manos de la policía en una proporción de 8 a 1 en comparación con los miembros de la raza blanca.
Con todo, a la espera del veredicto del jurado que comienza hoy sus deliberaciones formales, decenas de ciudades, incluida o principalmente Minneapolis han levantado sendas barricadas o alambradas para proteger recintos gubernamentales –federales y locales-, así como comerciales, a la espera de un veredicto que de absolver a Chauvin podría ser catastrófico.
Al efecto, el gobierno federal movilizó ya a 3 mil soldados de la Guardia Nacional y a aviadores que se han desplegado por el país para ayudar a las fuerzas del orden locales. Porque de absolver a Chauvin se desataría, según hemos visto ya, una revuelta civil de proporciones mayúsculas, con pérdidas económicas astronómicas y eventualmente con pérdidas humanas.
Y es que ‘el horno n está para bollos’. Nada más desde el asesinato de Floyd 64 personas han muerto a manos de la policía en fatales incidentes relacionados con la raza. Y decenas de gobiernos estatales y locales han cambiado sus leyes sobre el comportamiento de la policía, sin que los agentes realmente hayan dejado de asesinar a unos tres estadunidenses diarios en promedio desde entonces, según estadísticas.
La gente se pregunta si estos esfuerzos serán suficientes para cambiar la policía, para hacerla menos violenta y letal, especialmente contra los negros y latinos, así como contra los indígenas estadunidenses. Pero muchos expertos han expresado sus dudas. Creen que los cambios recientes son significativos pero que probablemente no llegarán a resolver un problema sistémico del país, y piden reformar el sistema policial en sus raíces.
El tema es complejo. La mayoría de los estadunidenses no está de acuerdo con las críticas radicales a la policía, como los llamamientos para abolir los departamentos policiales. Encuestas recientes muestran que la mayoría de los estadunidenses dice que generalmente confían en la policía, y pocos, si algunos alcaldes, gobernadores, líderes del Congreso o altos miembros de la administración Biden lo comparten.
Pero muchos políticos y la mayoría de los votantes están a favor de cambios en la vigilancia, como prohibir los estrangulamientos y el uso de perfiles raciales o exigir cámaras corporales en los agentes. Los estadunidenses, tanto demócratas como republicanos quieren algún tipo de reforma.
Miembros de la comunidad entrevistados por la televisión, con una mirada sensata han dicho que es ingenuo pensar en desaparecer o desfinanciar a los departamentos de la policía, porque alguien tiene que cuidar la ley y el orden en los vecindarios. En su lugar, proponen policías mejor entrenados y sensibles a las diferencias raciales, contratación de policías que pertenezcan y tengan el respeto de las comunidades que patrullan, y sobre todo invertir en más trabajadores sociales, expertos en problemas de salud mental y bilingües, o que hablen el idioma de las comunidades que patrullan, entre otras demandas.
Con todo, los dados están tirados y en unas horas o días quizás se conocerá el veredicto del jurado, que algunos aguardan “preparados para lo peor, pero con la esperanza de que ocurra lo mejor”. O sea, que se sobreponga la justicia■