A 7 semanas de la elección, nuevas tácticas de supresión del voto

A 43 días de las elecciones generales de Estados Unidos, las más importantes en varias generaciones quizás, los republicanos o Magas siguen desempolvando e inventando tácticas de supresión del voto ahí donde dominan las Legislaturas estatales y gobiernos locales, aunque también ahí donde temen el avance de la oposición o por lo menos que ésta represente un desafío serio para ellos.

En Georgia, por ejemplo, uno de los principales estados clave donde los republicanos dominan la Legislatura, la Junta Electoral Estatal votó y aprobó el viernes una nueva regla que requiere que los trabajadores de casilla cuenten las boletas de papel a mano, después de que se hayan contado ya en las urnas electrónicas.

Este cambio de último momento en las reglas de la elección hace suponer que el resultado del recuento podría retrasarse días, sobre todo en los condados más densamente poblados, o con una mayor población de votantes, como es el Condado de Harris. Y eso si no hay discrepancias de conteo entre las máquinas de votación electrónicas y el conteo manual. Porque de lo contrario, los resultados podrían retrasarse semanas, lo que generaría un ambiente de caos, o el pretexto perfecto para retrasar la certificación de la votación y hasta negar los resultados, que es lo que vienen anunciando los republicanos.

De acuerdo con la encuesta del NY Times/Siena Polls en Arizona, Georgia y Carolina del Norte, a nivel nacional la contienda se encuentra técnicamente empatada, dentro del margen de error, con apenas cuatro puntos de ventaja para Harris en Pensilvania, luego del sólido desempeño que tuvo en el debate con Trump.

Por otro lado, en el plano nacional el resultado de sondeos se inclina en favor de Trump, dice la encuesta, aunque matiza que las elecciones son decididas por el Colegio Electoral, “y ningún estado figura más prominente en las matemáticas electorales que Pensilvania”, a donde ambos candidatos volverán este mes.

Las técnicas de supresión del voto de los republicanos siguen haciendo su trabajo de zapa.

El jueves, en una decisión de 6 a 3 la Corte Suprema falló para mantener el dictamen de una corte inferior que consideró inconstitucional el 1er Distrito de Carolina del Sur, por ser un gerrymander -manipulación de líneas distritales- basado en lo racial. Aunque envió el caso de vuelta al tribunal inferior para su posterior consideración, que será tomada en cuenta sólo hasta las elecciones del 2026, porque la corte dijo que era equivocado anular el 1er Distrito.

Antes, el miércoles la misma Corte Suprema había restablecido una versión del mapa distrital del Congreso de Luisiana, que contiene dos distritos de mayoría negra y tendencia demócrata. Este mapa prevalecerá al menos durante estas elecciones de 2024, porque es complicado, dijeron los magistrados, cambiar las líneas distritales y formar nuevos distritos electorales ante la proximidad del 5 de noviembre.

Ahora bien, tres republicanos de los cinco miembros de la Junta Electoral en Georgia, que aprobaron la regla de contar a mano las boletas, habían sido elogiados por el expresidente Trump en uno de sus mítines de campaña del mes pasado en Atlanta, aunque el otro miembro de esa Junta, un demócrata, y el presidente -no partidista- de ese órgano electoral, votaron para rechazar la medida, pero esto no alcanzó para revertirla.

En los últimos meses la Junta Electoral del Estado Georgia se ha visto envuelta  en controversias relativas a la implementación de nuevas reglas electorales, muchas de las cuales son propuestas por los aliados de Trump. Dichos cambios pueden causar caos en este estado indeciso y crucial el día de las elecciones. Es decir, pueden minar la confianza del votante en los resultados, si pierde Trump ante Kamala Harris en noviembre; e impulsarlos a abrazar la falsa noción del fraude electoral, que ya cantan algunos por anticipado.

Al 22 de septiembre, el promedio nacional de las principales encuestadoras ofrece 50 puntos porcentuales para Kamala Harris en general, contra 47% para Donald Trump.