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Las medidas pro-inmigración también rinden frutos en las urnas

Por Maribel Hastings / Asesora de America's Voice
Publicado 24 abril, 2024

Trabajadores agrícolas en las duras faenas del los campos de la región central del Valle de Willamette, Oregon. Foto: Arturo Sarmiento.

Ahora que algunos medios reportan que el presidente Joe Biden estaría considerando conceder alivio migratorio a ciertos indocumentados, incluyendo los cónyuges de ciudadanos estadunidenses, es bueno recordar que las acciones positivas en materia de migración en año electoral han rendido frutos en las urnas para los demócratas, como lo probó Barack Obama en 2012 tras girar DACA en medio de una enorme presión política y de su reelección.

Biden es presionado por diversos bandos que demandan acción en la frontera, unos pidiendo su cierre, si fuera necesario, y que drásticamente limite el proceso de asilo. Otros argumentan que debe haber un balance, y que la frontera puede atenderse sin minar las leyes de asilo; al mismo tiempo, deben facilitarse vías legales de ingreso para aquellos con lazos familiares o de trabajo, y conceder permisos de trabajo a ciertos inmigrantes indocumentados, sobre todo quienes llevan décadas en Estados Unidos. 

Con Donald Trump y su Partido Republicano explotando el tema migratorio para atizar a su base en año electoral, algunos argumentan que sería un suicidio político para Biden anunciar medidas que beneficien a indocumentados.

Pero sin ánimo de sonar como un disco rayado, es importante repasar la historia reciente y ver cómo incluso en medio de presiones políticas de año electoral hay acciones audaces sobre inmigración que pueden beneficiar electoralmente a los demócratas.

Obama ganó la presidencia en 2008 prometiendo una reforma migratoria y obtuvo 67 por ciento del voto latino en su histórica elección. Para conseguir “apoyo” republicano a dicha reforma, Obama tomó medidas más enérgicas en la frontera y al interior del país, y deportó a media humanidad; tanto así que le valió el mote de ‘Deportador en Jefe’, por parte de Janet Murguía, la presidenta de UnidosUS, antes Consejo Nacional de la Raza (NCLR). 

Las deportaciones disgustaron a legisladores demócratas y activistas, pero también a muchos votantes hispanos. Son millones los que viven en familias de situación migratoria mixta donde hay indocumentados, residentes legales, y ciudadanos que son votantes.

Al mismo tiempo y ante la inacción en el Congreso, los Dreamers intensificaron la presión sobre Obama para que girara una orden ejecutiva que los protegiera de la deportación y les concediera permisos de trabajo. La Casa Blanca insistía en que no podía  hacerlo.

La negativa de Obama sumada a su récord de deportaciones intensificaron el descontento de los votantes latinos, particularmente en estados clave para ganar la Casa Blanca. He señalado muchas veces que en 2012 visité La Florida, Nevada y Arizona para conversar con votantes latinos y los grupos encargados, primero de registrarlos y luego de movilizarlos; y el denominador común era la molestia por la promesa incumplida, las deportaciones y sobre todo, la negativa de al menos amparar a los Dreamers.  

Tal parece que los sondeos internos de Obama confirmaron que corría el riesgo de perder apoyo entre los latinos que formaron parte de la histórica coalición de votantes que lo catapultó al triunfo en 2008. Fue así que el 15 de junio de 2012 Obama firmó la orden ejecutiva que creó la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que protege de la deportación y concede permisos de trabajo a quienes lograron beneficiarse antes de que la medida fuera frenada y quedara sumida en litigios legales.

Tras girar DACA, Obama ganó la reelección en el 2012 y aumentó el apoyo del voto latino a 71%, comparado con el 67% de 2008.

Biden conoce todo esto de primera mano pues era el vicepresidente de Obama. Ahora en su propia batalla de reelección los sondeos lo colocan en una contienda cerrada con Trump y eso supone que cada voto es importante para prevalecer, sobre todo en los estados clave para ganar la presidencia y donde el voto latino es importante.

Y los hispanos en general, como los votantes estadunidenses, quieren soluciones balanceadas donde se aborde el tema de la frontera de una forma humana y efectiva, y al mismo tiempo se conceda algún alivio migratorio a esos indocumentados que llevan décadas viviendo en Estados Unidos, que son trabajadores esenciales y contribuyen a la economía con sus impuestos y su consumo. 

Las medidas pro-inmigrantes también suponen beneficios en las urnas. 

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