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Contribuirían aun más si fueran legalizados

Por Maribel Hastings
Publicado 10 abril, 2024

Protesta de GLAHR en el Capitolio de Georgia contra leyes antinmigrantes. Foto: HNS-GLAHR.

Mientras el virtual candidato republicano a la presidencia, Donald Trump redobla sus ataques contra los inmigrantes y se lamenta de que no proceden de “países bonitos” como Suiza y Dinamarca, esos inmigrantes se aprestan, como cada año el 15 de abril, a pagar miles de millones de dólares en impuestos al Tío Sam, como el resto de los contribuyentes ciudadanos o con permisos de trabajo.

Trump afirma que los indocumentados son “criminales”, “animales”, y que “envenenan la sangre del país”, todo con fines politiqueros. Pero esos mismos inmigrantes vuelven a demostrar cómo aportan a esta economía, e incluso sin tener documentos pagan impuestos federales, estatales y locales que financian escuelas, carreteras, puentes y toda una suerte de servicios de los que nos beneficiamos todos, incluso el propio Trump.

Según el Center for American Progress (CAP) los indocumentados pagan anualmente casi 80 mil millones de dólares en impuestos federales, y 41 mil millones en impuestos locales y estatales.

Pero van más allá. También a través de sus empleadores solventan programas como el Seguro Social y Medicare a pesar de que no podrían acceder a esos beneficios dada su situación migratoria. A través de sus empleadores “contribuyen también con impuestos anuales sobre la nómina, que totalizan 17 mil millones de dólares para el Seguro Social y 4 mil millones para Medicare”, según CAP.

Los indocumentados son además consumidores, por lo que pagan impuestos sobre las ventas; son propietarios de 1.6 millones de hogares y pagan impuestos sobre la propiedad, y casi 21 mil millones de dólares en hipotecas, así como 49 mil millones de dólares anuales en alquiler de viviendas. Además gastan miles de millones en la educación de sus hijos, desde la elemental hasta la superior.

Y si combinamos los impuestos que pagan todos los inmigrantes en Estados Unidos, ya sean refugiados, solicitantes de asilo, beneficiarios de DACA, indocumentados, y otros de variada situación migratoria, su contribución en impuestos anuales es de 525 mil millones de dólares, según un análisis de fwd.us.

El errado argumento del sector antinmigrante es que los inmigrantes, sobre todo los indocumentados vienen a Estados Unidos a obtener beneficios como Seguro Social y Medicaid de manera fraudulenta. También creen que no pagan impuestos.

No obstante, se calcula que entre 50 y 75 por ciento de los hogares de indocumentados presentan sus declaraciones de impuestos utilizando el Número de Identificación Personal del Contribuyente (ITIN), que otorga el Servicio de Impuestos Internos (IRS) a algunas categorías de no ciudadanos que no pueden obtener un número de Seguro Social.

“La mayor parte de los expertos cree que la gran mayoría de las declaraciones de impuestos presentadas con ITIN hoy en día son presentadas por inmigrantes indocumentados”, dice el Bipartisan Policy Center.

El Centro Nacional de Leyes Migratorias (NILC) detalla algunas de las razones por las cuales los inmigrantes emplean el ITIN para declarar sus impuestos:

“Demuestran que están cumpliendo con las leyes tributarias federales; el pago de los impuestos federales es una manera de contribuir más a la economía; una manera en que una persona podría tener la oportunidad de legalizar su estatus migratorio y llegar a ser ciudadano de Estados Unidos, que pueda probar que tiene “buen carácter moral”; y los inmigrantes pueden utilizar las declaraciones de impuestos para documentar su historial laboral y su presencia física en el país, y ser elegible para obtener un estatus legal bajo cualquier reforma migratoria en el futuro”.

En resumen, Trump se jacta de ser un empresario “exitoso” y “visionario” y los republicanos también cacarean que fomentan la no dependencia en el gobierno, la autosuficiencia.

Sin embargo, tienen ante sí un segmento de la población que ya contribuye al fisco y a la economía de mil maneras, muchos son trabajadores esenciales y contribuirían todavía más si fueran legalizados, en el caso de los indocumentados, pero en lugar de acogerlos, los rechazan. Debe ser porque provienen, en gran medida, de América Latina y de otros países que Trump no considera “bonitos” ni “agradables”.

Lo que nos lleva a concluir que el prejuicio, el racismo y el oportunismo político pesan más para Trump y los republicanos que la posibilidad de legalizar la mano de obra indocumentada e inmigrante que paga sus impuestos pero que satanizan para agitar a su base antinmigrante.

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