Como resultado del confinamiento estudio dice que aumentó la violencia doméstica

Esta detestable violencia contrala mujer y en muchísima menor medida contra los hombres también, ha sido conocido durante años de convivencia con el agresor. Foto: www.genteditalia.org.

Esta detestable violencia contrala mujer y en muchísima menor medida contra los hombres también, ha sido conocido durante años de convivencia con el agresor. Foto: www.genteditalia.org.

De la redacción

El estudio se basa a su vez en 18 estudios que cubren diversas comunidades del país y del extranjero, y que “comparó los cambios en el número de eventos de violencia doméstica antes y después de que comenzaran los cierres”.

A pesar de que el país sigue registrando más de 2 mil muertes por coronavirus diarias, y rebasó los 28 millones de casos confirmados, con más de medio millón de decesos y 55 mil 58 hospitalizaciones diarias, la fatiga por el confinamiento ha exacerbado la violencia doméstica, que se ha disparado más del 8 por ciento desde que comenzaron los cierres generalizados en Estados Unidos la primavera pasada.

Esto dice un “meta análisis” que aparece hoy publicado por la Universidad de Miami y la Comisión Nacional sobre Covid-19 y Justicia Penal, que revisó durante meses miles de advertencias de trabajadores sociales, educadores y funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, dice The New York Times.

Los referidos estudios, agrega la fuente, “midieron los cambios en las llamadas de servicio de la policía, los informes de incidentes y delitos, los registros de las líneas directas de violencia doméstica y los registros de salud, utilizando datos derivados de registros oficiales”. Además, no utilizaron evidencia cualitativa o anecdótica.

El profesor de sociología en la Universidad de Miami y autor principal del informe, Alex  Piquero declaró a la fuente en una entrevista que “Pudimos cuantificar, en ciudades grandes y pequeñas de Estados Unidos y algunas de todo el mundo, una visión amplia del impacto que la pandemia ha tenido en la violencia doméstica”.

Incluso antes de este estudio, con sólo datos limitados disponibles, la situación se consideró tan grave que la Organización Mundial de la Salud y las Naciones Unidas pidieron acciones para proteger a los niños de dicha violencia en medio de los encierros.

De acuerdo con el Times, el informe reiteró lo que ya era evidente, según Piquero, en relatos anecdóticos de violencia doméstica durante la pandemia: “los encierros obligaron a adultos y niños a permanecer en lugares cerrados con sus abusadores, aislados de amigos, vecinos, colegas y otras personas que habrían podido reportar señales de abuso o ayudar a las víctimas a escapar de situaciones violentas”.

Otro factor ha sido el impacto económico de la pandemia, particularmente el desempleo masculino, que exacerbó “la inseguridad financiera y el consumo de alcohol y otras sustancias”, afirma la referida comisión que compiló el estudio, compuesta por un grupo de expertos que estudia las políticas de justicia penal y dirigido por un par de ex Procuradores Generales bipartidistas: Alberto Gonzáles, republicano, y Loretta Lynch; que estuvo encargado de evaluar el impacto de la pandemia en el sistema judicial. La comisión incluye jueces, agentes del orden, un abogado defensor, un investigador y líderes comunitarios y religiosos.

¿Qué recomendaciones arrojó dicho estudio?

Pues bien, “una seria necesidad de más servicios y prevención de abuso doméstico para los sobrevivientes… especialmente urgente entre los grupos históricamente marginados -léase latinos, negros, indígeneas y pobres-, y aquellos que probablemente quedarían aislados de manera desproporcionada durante la pandemia”. Tales como los adultos mayores, las personas que luchan con enfermedades mentales y afecciones crónicas de salud, y mujeres y niños con experiencias pasadas de violencia y abuso.

El país podría sacar algunas noticias de la experiencia de otros países.

Hasta el día de ayer, Nueva Zelanda por ejemplo, con casi 5 millones de habitantes tenía sólo 2 casos de covid-19 y cero muertes. Y es que ha sellado literalmente sus fronteras. Incluso los neozelandeses que regresan a su país tienen que rentar un cuarto de hotel pagado de su propio bolsillo, en el que guardan la cuarentena bajo estricta vigilancia de las autoridades 24 horas al día para evitar que se interrumpa el confinamiento programado.

Por su parte, el Times relata hoy que Joy Jones, una entrenadora y educadora que vive en San Francisco, California, viajó a Nueva Zelanda con su esposo, un ciudadano neozelandes y sus dos hijas pequeñas a principios de este año. Antes de su partida, se enteró que no les dirían dónde serían puestos en cuarentena.

“Esa fue probablemente la parte más difícil”, dijo Jones. “El desafío es manejar el tedio… Decoramos un caballo de papel que colgamos en nuestra ventana -todos los días, una parte diferente-, que era una de nuestras actividades favoritas. Teníamos fiestas de baile. Veíamos una película todas las noches. Hicimos lo que pudimos para darle un poco de diversión”, al encierro.

Jones documentó la experiencia diaria de la cuarentena de su familia en su cuenta privada de Instagram. Y concluyó su historia diciendo que le conmovió que amigos y familiares le enviaran a la familia comidas, golosinas y juguetes en respuesta a sus publicaciones en Instagram. “Fue una manera genial de sentir amor y conexión desde un espacio tan aislado”, concluyó■

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