Vivir en las Sombras: Niños enfrentan problemas de salud mental tras ser deportados sus padres

De Anthony Advincula, Reporting on Health Collaborative

Orozco says that her therapist diagnosed her with PTSD, but she had to stop seeing the therapist because she could not afford it anymore. As an undocumented immigrant, Orozco could not avail herself of most public health services, including counseling. Courtesy Photo.

Orozco dice que su terapista la diagnosticó con trastorno de estrés postraumático, pero dejó de ir a las terapias porque ya no podía pagar.  Foto de cortesía.

NUEVA YORK, N.Y.— Myrna Orozco nunca olvidará la llamada que recibió de su prima en octubre de 2011.

Los agentes de inmigración habían arrestado a su padre y se lo habían llevado a un centro de detención en Kansas City, donde la familia vivía en ese momento.

“Quedé en estado de shock”, dice. “De inmediato pensé en mi madre y en mis hermanos más pequeños, y en lo que nos pasaría a todos nosotros”.

Un hecho que aumentó todavía más el terror de Orozco fue pensar en su propia situación migratoria. Era la única hija indocumentada de los cuatro hermanos. Hoy de 23 años, Orozco afirma que nunca se sintió tan asustada e impotente como el día en que recibió esa terrible noticia.

Juan – el nombre que la familia pidió usar por miedo a futuros problemas legales – había sido deportado previamente a México, su país de origen, pero volvió a ingresar a Estados Unidos sin autorización. Cuando fue arrestado nuevamente en el año 2011, se le acusó de cometer un delito federal por reingreso ilegal al país. Juan ha servido cinco años en prisión y probablemente sea deportado una vez que finalice su condena.

El arresto de su padre ha tenido un impacto en todos los miembros de la familia. Anna, la hija menor, tenía 15 años en aquel momento. Comenzó a demostrar mal comportamiento, alternando su conducta entre el retraimiento y la búsqueda desesperada de atención. Anna abandonó los estudios, señala Orozco, y tuvo varios incidentes con la ley en diversas ocasiones, como conducir un automóvil sin licencia, robar el teléfono celular de un profesor e intentar ingresar ilegalmente a una residencia.

La policía encontró a Anna con marihuana el año pasado y un juez determinó enviarla a un centro de detención juvenil. Desde entonces la familia ha tenido contacto limitado con ella.

“Ha sido muy difícil para todos nosotros”, dice Orozco. “Mi madre hace todo lo posible e imposible para atravesar esta situación”.

La separación de los padres y la salud mental

Los investigadores que han examinado los problemas de salud mental asociados con la separación forzosa de miembros de la familia han detectado la existencia de una compleja red de factores implicados, incluyendo la situación económica, las relaciones familiares y la crianza de los hijos.

“Entre las consecuencias que provoca la separación de los padres de los hijos se puede incluir el origen o la exacerbación de problemas de salud mental, como los trastornos depresivos o de ansiedad. Aunque vale la pena recordar que hay muchos factores que socavan el desarrollo saludable de las personas y dichos factores se manifiestan de manera interrelacionada”, afirma el Dr. Schuyler Henderson, psiquiatra infantil y de adolescentes de NYU Langone Medical Center.

Henderson, que ha estudiado el impacto que tiene la deportación de los padres, afirma que los problemas de salud mental se manifiestan de muchas maneras en los niños que quedan en el país sin sus padres.

“Los niños reaccionan de manera diferente dependiendo de varios factores, entre ellos, aunque sin limitarse a: la edad, su resiliencia, la manera en que los demás familiares reaccionan y los apoyan, y si pueden o no mantener contacto con el padre o la madre que fue deportado”, señala.

Hay una gran cantidad de niños nacidos en EE. UU. que se ven afectados

Se deportaron aproximadamente 369.000 personas en todo el país entre octubre de 2012 y septiembre de 2013. El gobierno federal no lleva registro de cuántas de estas personas deportadas dejan menores en el país, pero según un informe del Departamento de Seguridad Nacional ante el Congreso, en el período de seis meses entre enero y junio de 2011, más de 46.000 personas con hijos nacidos en EE. UU. fueron deportadas de Estados Unidos, lo que equivale a unas 7.600 personas por mes.

En diciembre de 2012, el Applied Research Center, cuyos estudios se centran en las políticas de inmigración, solicitó al Departamento de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE, por sus siglas en inglés) los registros de todos los inmigrantes que fueron retirados del país y que dejaron hijos nacidos en EE. UU. Dichos registros indican que más de 200.000 personas deportadas abandonaron a hijos nacidos en EE. UU. entre julio de 2010 y diciembre de 2012, lo que representa una tasa de alrededor de 6.600 personas al mes.

“No sabemos cuántos de estos niños cuyos padres fueron deportados sufrirán graves trastornos mentales o emocionales como consecuencia”, señala Henderson de NYU. “Aunque sí sabemos que todos esos niños sufren y que la deportación hace más difícil sus vidas, su educación y su desarrollo”.

Recuerdos de episodios negativos y depresión

Jessica Ordeñana-Papa was just 15 when her mother was taken away from her. After almost two decades, Papa, now 31 and a mother to a 2-year-old daughter, says that she’s still depressed and experiencing flashbacks and recurring nightmares. Photo: Anthony Advincula/New America Media, New York

Jessica Ordeñana-Papa tenía 15 años cuando se llevaron a su mamá. Después de casi dos décadas, Papa, ahora 31 y con una hija de 2 años, dice que todavía está deprimida.
Foto: Anthony Advincula/New America Media, New York

Jessica Ordeñana Papa tenía 15 años y cursaba el 11º grado en la preparatoria cuando se llevaron a su madre.

En 1998, los agentes del Organismo de Lucha contra las Drogas de EE. UU. (DEA, por sus siglas en inglés) arrestaron a su madre, Ligia Elena Ordeñana, frente a ella y a su hermano menor, Omar, mientras se encontraban caminando temprano por la mañana cerca de su apartamento ubicado en las afueras de Fort Lauderdale, en el estado de Florida.

“Era nuestro primer día de clases”, continúa Papa, “y nuestra mamá nos iba a llevar en el auto”.

De repente, Papa recuerda que aparecieron varios agentes, esposaron a su madre y la metieron en un automóvil. Horrorizados, ella y Omar no pudieron hacer nada más que llorar mientras el vehículo se alejaba. Ellos al igual que su hermana mayor todos nacieron en EE. UU.

“Quedé completamente paralizada y no podía entender del todo lo que estaba pasando”, dice. “Todo fue tan rápido que sólo me quedé parada en estado de shock. Pensé que era un error”.

A lo largo de los años, ICE ha emitido varias pautas en las que dan a sus agentes margen de maniobra para lidiar con los inmigrantes indocumentados que tienen familias. Aunque según un informe de Stanford Law School and Center for Justice and International Law, los agentes de inmigración no ejercen discreción fiscal de manera de proteger el derecho de la familia y el interés de los niños.

En el caso de Papa y sus hermanos, ninguno de los agentes responsables del arresto permaneció con ellos, señala Papa. Sus familiares cuidaron de ellos durante un tiempo mientras esperaban el dictamen del caso de deportación contra su madre.

Como residente legal permanente de EE. UU., la madre de Papa fue procesado por conspiración de drogas y quedó detenida en una cárcel de Miami durante cuatro años, antes de ser deportada a Colombia, su país de origen. Desde entonces ha permanecido separada de sus hijos.

“Ni siquiera tuvimos la oportunidad de despedirnos de ella antes de que se subiera al avión”, dice Papa.

Según Papa, su padre era el que estaba vinculado con las drogas y los abandonó cuando ella era pequeña. Pero cuando los agentes de DEA continuaron con las investigaciones, Papa dice que los amigos de sus padres señalaron a su madre.

“Al principio culpaba a mi mamá. No sabía por qué, pero estaba enojada con todos”, dice. “Comencé a tener pesadillas”.

Después de casi dos décadas, Papa ahora de 31 años y madre de una hija de 2 años, dice que todavía tiene recuerdos de aquel evento tan terrible y pesadillas recurrentes.

“Ha pasado mucho tiempo desde que deportaron a mi madre”, dice, “pero todavía me cuesta mucho esta situación. Sigo deprimida”.

Rompe a llorar cuando ve una escena en un programa de televisión que le recuerda a aquel día.

“Todavía puedo ver a mi hermano pequeño pateando e insultando a los agentes”, dice. “[A él] que gritaba, ‘¡No se lleven a nuestra madre!’, eso todavía me persigue”.

Buscar ayuda y enfrentar obstáculos

Papa dice que perdió la concentración en sus estudios y comenzó a faltar a clases. Con el tiempo abandonó la escuela y se mudó con su novio.

“Recuerdo que mi hermana y yo peleábamos mucho. Creo que sentíamos mucha presión por tener que arreglarnos solos”, dice. “A los 16 años tuve que trabajar a tiempo completo, y en mis ratos libres, tenía que cuidar a mi sobrino para que mi hermana también pudiera ir al trabajo”.

Después, a los 19 años Papa quedó embarazada.

“Fue lo más difícil que me tocó vivir, tanto en lo emocional como en lo psicológico”, dice. “Ella [mi madre] no podía estar aquí y acompañarme, me sentí muy sola”.

Con la esperanza de rearmar su vida, Papa dice que buscó la ayuda de un terapeuta, que le diagnosticó depresión. Pero después de unos pocos meses de terapia, dice que sintió que sus inquietudes no estaban siendo tratadas.

“Sentí que no era para mí”, dice Papa. “Mi mamá todavía está muy lejos de mí y la terapia no puede cambiar eso”.

La Dra. Rosa María Martínez, internista en Yakima, Washington, informó a Human Impact Partners que a los niños que han experimentado la separación de familiares debido a problemas de inmigración les resulta difícil lidiar con estas situaciones.

“Tengo pacientes que sienten mucha ansiedad, prueban medicamentos y varias cosas, como la orientación, pero es muy difícil ayudarlos ya que no se pueden cambiar sus circunstancias personales”, señala Martínez.

En agosto de 2013, ICE emitió pautas que recomendaban a sus agentes determinar si el inmigrante detenido era la principal persona a cargo de menores y asignar a los padres detenidos en centros cercanos a sus hijos. La directiva también les permite a los padres decidir quién cuidará de sus hijos en su ausencia. Esto tuvo lugar luego de que el presidente Obama anunciara en el año 2011 que esperaba que ICE se centrara en la deportación de delincuentes, aunque los expertos en inmigración han observado que se continúan deportando detenidos no criminales en grandes cantidades.

Si bien Orozco no tenía seguro médico, también visitó a un terapeuta.

“No soy una persona muy abierta y prefiero ser reservada sobre mis cosas, lo que a su vez hace que me sienta deprimida”, dice Orozco.

Su terapeuta, dice Orozco, la diagnosticó con trastorno causado por el estrés postraumático. Pero tuvo que abandonar la terapia porque no podía seguir pagando.

Como inmigrante indocumentada, Orozco tampoco podía recibir la mayoría de los servicios de salud pública, incluyendo los servicios de orientación.

Camino hacia la recuperación

Para ayudar a los niños nacidos en EE. UU. de familias que fueron separadas debido a su situación migratoria, se debe generar una mayor conciencia entre los profesionales de la salud y los investigadores de que estos niños sufren problemas de salud mental que deben ser atendidos, señala Gifford Smith, director ejecutivo en funciones de National Alliance on Mental Illness (NAMI, por sus siglas en inglés).

“Hay muchos otros factores que afectan la recuperación, pero ofrecer mucho apoyo a estos niños puede mejorar considerablemente su situación”, afirma Gifford.

Este apoyo incluye ayudar a los niños a establecer un vínculo cercano con sus padres, más allá de la separación.

“En los casos de niños que he atendido, les hemos ofrecido mucho apoyo para ayudarlos a mantenerse en contacto con sus padres deportados”, señala Henderson. “Aman a sus padres y sus padres a ellos. Y se merecen formar parte de sus vidas”.

Orozco, que ahora vive y trabaja en Washington, D.C., dice que intenta no pensar demasiado en la situación actual de su familia, aunque espera que su hermana se pueda recuperar.

“Intento no pensar en eso y seguir adelante”, dice. “Como tengo miedo de no poder lidiar con esto, hago de cuenta de que está todo bien, es la única manera de hacerlo”.

Papa ha buscado refugio participando en grupos de apoyo conformado por personas que han pasado por experiencias semejantes.

También comenzó un blog donde publicó su historia personal en Internet y animó a los demás niños nacidos en EE. UU. a compartir sus propias historias.

Papa no ha visitado a su madre en Colombia pero conversan por Internet.

“Ama a su nieta. Se hacen muchos cuentos las dos”, dice Papa. “Pero, claro, hay veces en que siento que era mejor cuando estaba en la cárcel, porque al menos podíamos verla, tocarla, besarla y abrazarla cuando queríamos. La extraño muchísimo”.

LOGO ROH_SOMBRASSobre Vivir en Las Sombras: Este proyecto es el resultado del Reporting On Health Collaborative (Informe en Colaboración sobre la Salud), en el que participan Mundo Hispánico en Atlanta, New America Media en California y Nueva York, Radio Bilingüe en Oakland, WESA Pittsburgh (afiliada de NPR) Univisión Los Ángeles (KMEX 34); Univisión Arizona (KTVW 33) y ReportingonHealth.org. Este proyecto en colaboración es una iniciativa de The California Endowment Health Journalism Fellowships de la Facultad Annenberg de Comunicación y Periodismo de la University of Southern California.

¡Sus opiniones y comentarios son bienvenidos! Por favor comparta sus pensamientos e ideas acerca de Vivir en Las Sombras. Tú también eres parte de la historia y te invitamos a compartir tu perspectiva y experiencias escribiendo a immigranthealth@reportingonhealth.org. También puedes llamarnos al (213) 640-7534 o compartir una conversación sobre estos temas en Facebook a https://www.facebook.com/immigrantshealth y Twitter a @immighealth.

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