Guerras y tratados de libre comercio, ¿antecedentes de la crisis humanitaria?

Las armas de la guerra en El Salvador

Algunas armas de la guerra en El Salvador

Marco Vinicio González

Noticiero Latino, Nueva York

Mientras la clase política sigue jugando fútbol con el tema de la crisis humanitaria de los niños centroamericanos, y los medios de comunicación se preguntan ¿por qué se disparó de repente la migración de menores no acompañados que cruzan los incontables peligros de países como México y Centroamérica para llegar a Estados Unidos?, inmigrantes de México y América Central, radioescuchas de Radio Bilingue, pudieran tener quizás más claro el problema, o al menos parte de él: las guerras civiles de aquella región en la segunda mitad del siglo pasado apoyadas por este país, y los tratados de libre comercio que pauperizaron aun más el campo centroamericano son fuertes elementos que descansan en el fondo de este asunto, dicen.

En el programa que Línea Abierta transmitió el pasado 8 de julio sobre el tema de la crisis humanitaria, como es habitual los radioescuchas llamaron a la emisora para dar al aire su opinión al respecto.

José llamó de Merced, California para decir que este país tiene responsabilidad en este asunto -que sin duda ha de ser multifactorial-, y que no habría por qué darle tantas vueltas, pareció sugerir su comentario:

El problema ha sido en parte de Estados Unidos, porque después de la guerra de El Salvador salió mucha gente hacia acá, y no se le dio oportunidad a las personas que tenían hijos; porque ha sido siempre que en las escuelas los segregan… y se formaron las pandillas y las echaron para atrás; porque las sacaron de aquí y las llevaron para allá… Hicimos un gran problema por lo que pasó con las Maras, y eso aquí fue donde se crearon esas pandillas”.

José se refiere al conflicto bélico interno ocurrido en El Salvador, en el que se enfrentaron el ejército gubernamental, la Fuerza Armada de El Salvador (FAES), contra las fuerzas insurgentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) entre 1980 y 1992, tras vivir un ambiente de crisis política y social que duraba desde 1970. Se calcula que entre muertos y desaparecidos las bajas ascendieron a alrededor de 75 mil personas. Luego de un proceso de diálogo entre las partes, con la firma de un acuerdo de paz que permitió la desmovilización de las fuerzas guerrilleras y su incorporación a la vida política del país, el conflicto armado concluyó.

Cuenta la historia que para combatir a la insurgencia el gobierno de El Salvador recibió apoyo del gobierno estadunidense. Se establecieron entonces los Batallones de Infantería de Reacción Inmediata (BIRI), y unidades de élite como el denominado Batallón Atlacatl. El gobierno de Estados Unidos envió al ejército salvadoreño, a la Fuerza Armada de El Salvador (FAES), fusiles de asalto M16 de 5.56 x 45 mm, que fue el más usado por la FAES; algunas unidades de estas división usaron los fusiles de asalto Heckler & Koch G3 alemán, de 7.62 x 51 mm; los IMI Galil israelíes de la misma munición del M16, y el subfusil Uzi israelí de 9 mm. La FAES contaron con varios helicópteros Huey y Md 500 artillados de los que usó la defensa estadunidense en la Guerra de Vietnam, con los que patrullaban desde el aire las calles de la capital para descubrir a los subversivos, como se llamaba despectivamente a los guerrilleros en los libros de historia. Se implantó el toque de queda a las 7 de la noche y el reclutamiento de menores de edad en la FAES, aunque también hubo menores que lucharon en el FMLN.

Bueno, terminado el conflicto los que no emigraron a este país se quedaron allá cuando sus padres se vinieron a Estados Unidos, y junto con los expulsados de este país formarían algunas pandillas de las que se refiere José. Porque además las armas no desaparecieron por arte de magia, y el trasiego continuó por la zona, que luego -algunas de ellas- abastecieron a operadores del narcotráfico cuando la región se convirtió en corredor de drogas hacia Estados Unidos, donde se halla el mayor apetito y el más grande mercado de estupefacientes. La situación escaló hasta volverse insufrible, y esto forma parte de la explicación en buena medida del éxodo actual de menores que menciona José.

TLC

A continuación, Camilo habla desde Kerman, California: “Yo creo que cuando los gobiernos del mundo hacen planes deberían estar pensando en las consecuencias. Todo esto está fundado desde el Tratado de Libre Comercio. Fueron diluyendo las economías de los países latinoamericanos, alrededor de Estados Unidos. Y es lo que está pasando, los centroamericanos son los más afectados. Desde entonces se viene formando toda esta crisis, más ahorita ya la gente no puede, incluyendo en México, en muchas áreas la crisis es honda. Y este gobierno de los Estados Unidos sigue patrocinando el terrorismo; terrorismo discreto, legal, pero terrorismo al fin. Y yo no entiendo con qué cara quieren regresar a estos niños hacia atrás. Todo mundo tiene derecho de huir de donde hay peligro, donde no se puede hacer una vida sana y confortable…, eso es tremendo. Estamos creando mentalidades de terror; y cuidado, porque nosotros lo estamos creando aquí, y si no nos hacemos responsable de eso, va ser terrible el futuro”.

En cuanto al Tratado de Libre Comercio, Camilo tiene razón. México es un ejemplo concreto. A 20 años de su entrada en vigor la inversión oficial en el campo fue abandonada, o desmantelada, los incentivos y grandes ganancias fueron para las grandes agroindustrias, y la pobreza y la miseria que derivó de la sobre explotación y la ausencia de apoyo, más los altos precios de los insumos para la producción, así como los bajos precios de garantía para los productos fueron para el campesinado y el pequeño productor. Como corolario, la emigración hacia este país explotó, en un sálvese quien pueda. Y a la hora de la negociación de dicho tratado comercial, se protegió al capital, que transita libremente a través de la frontera, pero no así a los seres humanos, que una vez que son depauperados se convierten en carne de cañón para la explotación en otras tierras, o para nutrir los bolsillos de las corporaciones propietarias de las prisiones que renta ICE, a quien el Congreso obliga a mantener 34 mil “camas” ocupadas diariamente.

Respecto al derecho de las personas a huir del peligro, que menciona Camilo, existe la figura del refugiado que la ONU, o el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) define así en su sitio web: “Refugiado es una persona que ha abandonado el país de su nacionalidad y no puede regresar a ese país por un temor bien fundado a la persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social determinado u opinión política”. Actualmente, dice, “hay más de 22 millones de refugiados en el mundo, de los cuales la mayor parte son mujeres y niños, que han tenido que huir de sus países por la intolerancia y la violencia”.

Por cierto que la clase política en este país, incluida la administración federal, reusa otorgar este estatus a los niños centroamericanos, y a algunas de sus madres que están llegando a la frontera, y quiere deportarlos como lo hace con los niños mexicanos, por la vía del fast Track, sin derecho a una comparecencia ante un juez de inmigración, como marca la ley de este país promulgada en 2008.

Por otro lado y a propósito de la difunda idea que los políticos y estadunidenses más conservadores y restriccionistas están esgrimiendo para hostigar al gobierno del presidente Obama, sobre el cuento de que políticas oficiales como la Acción Diferida (DACA) están atrayendo esta migración de los menores, la investigadora Elizabeth Kennedy lo desmiente. En el mismo programa de Línea Abierta que se relata aquí, Kennedy, becaria de la fundación Fulbright, American Immigration Council, quien se halla realizando una investigación sobre el tema en San Salvador, afirmó haber realizado 400 entrevistas en el país centroamericano principalmente con jóvenes y niños, y dice que sólo uno de los jóvenes entrevistados mencionó la existencia de DACA; y eso porque es estudiante y está al tanto de lo que pasa por acá, pues tiene hermanos nacidos en Estados Unidos, y sus padres también viven o vivieron en este país.

Y antes, en un programa previo de Línea Abierta la periodista Sonia Nazario, quien por cierto publicó este domingo en The New York Times un extenso y bien informado artículo de opinión, da al traste con la idea de que los niños que huyen de la violencia en sus países centroamericanos es un problema exclusivo de Estados Unidos. Nazario es también escritora, y autora del libro “La Travesía de Enrique”, que le tomó tener que viajar por Centroamérica durante tres meses en el lomo de trenes cargueros para documentar la experiencia y poder escribir con autoridad y de primera mano sobre el tema. Ella afirma en el referido programa de Línea Abierta que los niños y jóvenes que están llegando más recientemente a la frontera en el sur de Texas no sólo están huyendo en busca de asilo hacia Estados Unidos, sino a Panamá, Nicaragua y Belice también. Y que esta escalada de la migración de niños centroamericanos se inició desde el 2011, antes de DACA.

En los siguientes enlaces usted puede escuchar los dos programas recomendados:

La acción presidencial y la crisis humanitaria en la frontera

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