El inmenso alivio de un sello de entrada estampado en el pasaporte de un Dreamer

Dreamers de Arizona.

Dreamers de Arizona.

De la Redacción

Por segunda ocasión en menos de una semana, y a escasas horas de la toma de posesión de Donald Trump como el presidente número 45 de Estados Unidos, a una estudiante mexicana del grupo conocido como los Soñadores o Dreamers, protegidos por el programa de Acción Diferida del presidente Obama (DACA), las autoridades de Inmigración le estamparon en su pasaporte con el sello de entrada al país en el aeopuerto JFK.

Cuando el agente de Inmigración en el aeropuerto internacional Joh F. Kenedy de la ciudad de Nueva York estampó el pasaporte de Jenifer Guzmán González, la joven mexicana libero una carga de ansiedad contenida por mucho tiempo, reporta hoy The New York Times. Y al llegar a su apartamento en Sunset Park, en Brooklyn, Guzmán echó a llorar mientras miraba la página 5 de su pasaporte.

“PAROLED”, decía el sello en tinta azul del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, y en la línea de bajo donde se lee la palabra “Propósito”, estaba escrito el acrónimo: “DACA”, reporta la fuente. “Yo no quería mirarlo hasta llegar a mi casa, para saborear el momento”.

Ya el pasado 15 de enero 25 estudiantes indocumentados Soñadores “Dacamentados”, adscritos a DACA, habían logrado regresar a este país tras permanecer un mes en México. Habían salido con un permiso especial pero corrían el riesgo de que al reingresar por Houston, Texas, las autoridades de Inmigración les negaran el reingreso, pues estos agentes tienen la facultad o discreción de hacerlo en todos los puntos de entrada al país si así lo desean.

Siguiendo con el Times, Guzmán vino de México a Nueva York a los 4 años de edad, llegando de noche y escondida en una furgoneta. “Ahora, a los 21 años y siendo estudiante de segundo año de bachillerato en Hunter College, se había unido a otras 66 personas cubiertas por DACA, en un viaje de seis días a su tierra natal organizado por la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY)”.

Como se sabe, DACA es un programa federal aprobado en 2012, que permite a los inmigrantes jóvenes e indocumentados permanecer en Estados Unidos pues difiere temporalmente su deportación y les permite trabajar legalmente, así como solicitar viajar al extranjero por razones humanitarias, educativas o laborales, y luego volver a ingresar a Estados Unidos bajo un beneficio conocido como “libertad anticipada”.

Esta acción ejecutiva del presidente saliente buscó desde su inicio en 2012 dar dichos beneficios a más de un millón y medio de estudiantes indocumentados, pero en sus cuatro años de existencia apenas logró cobijar a unos 750 mil ‘Dacamentados’, muchos de los cuales han renovado ya -o están comenzando a hacerlo-, la vigencia de este programa renovable por otros dos años.

Para quienes están familiarizados con los millones de inmigrantes que viven indocumentados en este país, comprenderán los sentimientos de alivio que trae este acto tan simple de recibir la estampa de entrada legal al país en su pasaporte,  como sucedió a la joven Guzmán.

Este simple acto, que algunos inmigrantes bajo la protección de DACA esperan con ansiedad por tiempo indefinido es una suerte de “inoculación”, dice el Times, de vacuna contra cualquier acción que el presidente entrante, Donald Trump quisiera ejercer contra dicho grupo de dacamentados. Pues aun a pocas horas de su toma de posesión como presidente, Trump ha reiterado su voluntad de derogar DACA.

Porque mientras DACA es un alivio fugaz, el sello de entrada en el pasaporte es para siempre, sostiene la fuente. Y para algunos hasta podría ofrecer un pequeño beneficio adicional en el futuro. Por ejemplo, si Guzmán alguna vez solicita ajustar su estatus migratorio, obtener una tarjeta verde o de residencia permanente después de casarse con un ciudadano estadunidense, no tendría que volver a México y correr el riesgo de ser rechazada, como debe hacer actualmente la mayoría de los inmigrantes que entraron al país sin documentos legales de migración.

Para Guzmán, ajustar su situación jurídica sería ahora mucho más fácil. “No hay prisa por hacer nada en este momento”, dijo Guzmán al Times el martes, luego de regresar de la referida conferencia que también le permitió visitar a familiares que dejó en México. “El matrimonio no está sobre la mesa. Ver a mi familia fue suficiente para mí”, señaló.

De acuerdo con la fuente, la conferencia a la que asistió Guzmán en México fue organizada por el Instituto de Estudios Mexicanos ‘Jaime Lucero’ de Lehman College.

Jaime Lucero es un exitoso empresario mexicano radicado en la ciudad de Nueva York desde hace ya varias décadas, y es fundador de la Casa Puebla. El seminario, de tres días de duración se centró en la migración entre Estados Unidos y México, exaltando las experiencias de los estudiantes de DACA, conocidos como Soñadores.

En el referido evento académico también participó Carlos Menchaca, el primer mexicano estadunidense en el Ayuntamiento de Nueva York. Los estudiantes gozaron de dos días para visitar a su familia en México, señala The New York Times, periódico del que el multimillonario mexicano, Carlos Slim, es fuerte accionista.

Para ir en dicho viaje los referidos ‘soñadores’ tuvieron que solicitar primero la libertad condicional anticipada.

CUNY Citizenship Now, una organización legal sin fines de lucro ayudó a agilizar las solicitudes. Desde noviembre Citizenship Now ha ayudado a 122 estudiantes con DACA a obtener este beneficio. Casi 300 personas en todo el país solicitaron el programa de CUNY, incentivados por el temor de que la ventana de oportunidad se cerrará con el arribo de Trump.

El rotativo neoyorquino dice además que la demanda de la libertad condicional anticipada ha aumentado también en las escuelas de California. “Armando Vázquez-Ramos, profesor de la Universidad Estatal de California (Cal State), Long Beach, quien dirige el Centro de Estudios México-California dijo que dirigió uno de los primeros programas de la clase DACA a México en 2015”.

Recientemente, continúa la fuente, “regresó de México con 26 estudiantes que tomaron un curso de tres semanas. El alto interés llevó a Cal State a expandir su programa para incluir a estudiantes del norte de California y fuera del estado”.

Muchos estudiantes, e inmigrantes como Jenifer Guzmán González, protagonista de este relato, enfrentan un complicado dilema existencial, sintizado por esta joven de la siguiente manera: “Hay un dicho que dice: ‘Ni de aquí ni de allá’”.

Pero Alexandra Délano, profesora de la New School de Nueva York y quien viajó con el grupo a México, instó a los estudiantes a intentar mejor otra interpretación más positiva del dicho que recordó Guzmán, y les propuso decirlo mejor así: “De aquí y de allá”■

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